Astronomia Maya
Si algo sorprende a los estudiosos de la civilización maya es su abismal conocimiento de los cielos, aprehendido únicamente por medio de la observación y el análisis detenido de la bóveda celeste y de los ciclos naturales a lo largo de varias generaciones. Los conocimientos astronómicos estaban íntimamente ligados con la escritura, las matemáticas y, muy particularmente, con el calendario, fundamental para un pueblo dedicado a la agricultura.
El establecimiento de los ciclos agrícolas requería un minucioso estudio del cielo diurno y nocturno; de la trayectoria del sol, las fases de la luna y la posición de algunas estrellas. Todas estas observaciones fueron sistematizadas, repetidas una y otra vez, registradas y , finalmente, vinculadas con la vida material y espiritual de los mayas. Pero, ¿quiénes eran los encargados de mirar hacia las estrellas?
Equinoccio en Dzibichaltún |
Glifos en Las Monjas, Uxmal, que representan un eclipse solar |
A pesar de estos rudimentarios procedimientos, los sacerdotes mayas superaron sus deficiencias técnicas con una labor constante y cuidadosa en extremo, realizada con una entrega y un rigor que bien podrían calificarse como científicos; de otra manera no se explica la asombrosa exactitud de sus cálculos astronómicos y de las correcciones hechas a sus calendarios.
Por ejemplo, sabemos que los mayas tenían un año civil fijo de 365 días, y que comprendieron que había discrepancias entre éste y el año trópico verdadero, el cual, según la ciencia moderna, requiere de 365.2422 días para efectuarse. Así, concibieron una fórmula de corrección calendárica en la ciudad de Copán, Honduras, hacia los siglos VI o VII de nuestra era. Con esta corrección, su calendario quedó más cerca de la realidad que el nuestro: su año fue fijado en 365.24.20 días, mientras que el calendario que nos rige abarca 365.24.25 días.
Formación de la serpiente en la Pirámide de Kukulkán, Chichén Itzá, durante el equinoccio lunar |
Asimismo, es muy probable que conocieran también otros planetas, además de Venus, y que registraran sus ciclos o revoluciones sinódicas, pues por las menciones en las fuentes históricas se deduce que los mayas se interesaron por numerosas constelaciones y estrellas, como la Polar, a la que designaban como Xaman Ek, la gran estrella, la cual fue empleada como guía para viajeros y comerciantes; las Pléyades, a las que llamaban Tzab -como los cascabeles de las serpientes- y la constelación de Géminis, a la cual denominaban Ac, la tortuga.
Glifo que representa a Venus, la primera estrella de la tarde |
Equinoccio lunar en la Casa de las 7 muñecas, en Dzibichaltún |
Así, es evidente que la astronomía jugó un papel fundamental en la sociedad maya: no sólo determinó gran parte de su cosmovisión y muchas de sus creencias religiosas, sino también, incluso, su arquitectura -muchos edificios fueron construidos de acuerdo con la alineación de algunas estrellas, incluidos los observatorios- y su concepción del arte y de la ciencia. En resumen, para los mayas observar los cielos no fue sólo un placer; fue también una manera de entender y construir el mundo, su mundo.
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