Artesania en Mesoamérica
LA PRODUCCIÓN ARTESANAL EN MESOAMÉRICA
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“Los ceramistas especializados producían extraordinarias figuras y vasijas para uso ceremonial”. Monte Albán, Oaxaca (300-600 d.C.). Ilustración de Iker Larrauri. Colección Armando Ayala Anguiano / Editorial Contenido.
Aunque a primera vista pareciera que la producción artesanal en Mesoamérica es un tema meramente técnico y vinculado esencialmente a lo económico, lo cierto es que es un asunto cuyo estudio permite obtener una visión amplia de las sociedades prehispánicas. Detrás de cada manera de fabricar un objeto se encuentran siglos de experimentación y acumulación de conocimientos sobre las propiedades de las materias primas, así como de las mejores técnicas para transformarlas en objetos y bienes que se utilizaban en todos los ámbitos de la vida cotidiana y ritual. En la medida que la elaboración de ciertos productos requería de materias y habilidades más específicas que otros, surgieron especialistas que no sólo transmitían sus conocimientos de una generación a otra, sino que estaban bajo el control de la elite e incluso llegaban a formar parte de ella. Junto a las especializaciones –que no se limitaban a individuos o grupos de una misma sociedad, sino que se daban entre comunidades de una región y hasta entre regiones a lo largo y ancho de Mesoamérica– surgió una extensa red de relaciones que, si bien se basaba en el intercambio de materias primas y productos, permitió compartir ideas y modos de vivir, lo que a la larga dio consistencia a esa área cultural.Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces La producción artesanal puede abordarse desde distintos puntos de vista, pues a fin de cuentas su resultado último, los objetos, constituyen la principal materia prima de la investigación arqueológica. Prácticamente cualquier vestigio puede ser analizado desde la perspectiva de su producción, para de ahí derivar aspectos como su utilización y comercio en marcos más amplios, que permitan un mejor conocimiento de la estructura de las sociedades del México antiguo. En este número ofrecemos una visión general sobre la producción artesanal en Mesoamérica, acompañada de varios estudios específicos para dar una idea de la amplitud del tema, que además de los asuntos aquí tratados incluye aspectos como la lapidaria, la metalurgia, la producción de sal y de cerámica, entre muchos otros. Los casos presentados ejemplifican el creciente interés en la producción artesanal desde una perspectiva arqueológica, a la que se han incorporado novedosas técnicas de investigación, como la arqueología experimental, y la participación de especialistas de otras disciplinas. |
LA PRODUCCIÓN ARTESANAL EN MESOAMÉRICALinda Manzanilla N.
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La producción de bienes suntuarios en Mesoamérica estuvo asociada al comercio. De otras regiones lo mismo se obtenían productos terminados que materias primas especiales. Códice Florentino, lib. IX, sumario. Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces Conocer cómo funcionaba la producción artesanal permite tener una idea de la manera en que estaba organizada una sociedad como la mesoamericana. Así, por ejemplo, había bienes suntuarios cuya producción era muy especializada y eran elaborados sólo por una familia, aunque la mayoría de los bienes e instrumentos –destinados a satisfacer las necesidades básicas– eran elaborados por varias familias que formaban parte de esquemas de cooperación entre comunidades. | |||||||||||
Los egipcios pensaban que los actos de creación involucraban el pensamiento, la palabra y la elaboración de objetos en el torno. Es por ello que para los seguidores de la teología de Menfis, el dios Ptah había modelado al hombre con arcilla. Para los pueblos antiguos, la creación de objetos exquisitos era un don propio del artista, del maestro. Sin embargo, hay otros objetos cotidianos que se fabrican para satisfacer las necesidades de mucha gente.
¿Desde qué perspectivas podemos estudiar la producción artesanal en Mesoamérica? Siguiendo los planteamientos de Kathy Costin (2001, 2004), podemos abordar los siguientes aspectos:
a) Los que producen. Costin propone analizar, en primer lugar, las identidades sociales (género, clase, procedencia, etnicidad y estatus legal) de quienes producen, para después abordar el grado de especialización, la intensidad del trabajo (es decir, la cantidad de tiempo invertida en la producción de las artesanías), la naturaleza de las compensaciones (las relaciones productor/consumidor), la destreza del productor y los principios de reclutamiento de los trabajadores. A mi modo de ver, hay que analizar los lugares de producción, así como los entierros de los artesanos para evaluar estos elementos.
b) Los medios de producción. Costin menciona la necesidad de analizar posteriormente las materias primas (y los patrones de explotación de recursos), las herramientas (con sus huellas de uso) y los conocimientos técnicos en cuanto a elecciones de tecnologías de manufactura y funciones previstas para los bienes hechos. Respecto de las tecnologías, éstas nos ayudan a comprender el grado de especialización y la naturaleza del involucramiento de la elite en las actividades productivas; Costin propone cinco aspectos a estudiar: la complejidad, la eficiencia, la cantidad de bienes producidos, el control y la variabilidad.
En esta línea de ideas, Prudence Rice (1981) estableció los siguientes indicadores de producción cerámica especializada. Respecto de los productos, observó una creciente estandarización, resultado de la producción masiva; una homogeneidad en las formas; el uso de moldes, y la existencia de marcas de alfarero. En cuanto a las áreas de producción, observó concentraciones de herramientas usadas en la manufactura (por ejemplo, moldes); agrupaciones de materias primas, y de vasijas mal cocidas o rotas.
c) Los principios organizadores. Costin menciona que hay patrones temporales (producción diaria o estacional; de tiempo parcial o de tiempo completo); patrones espaciales o sociales (la organización del trabajo, la concentración o dispersión de las actividades de manufactura, el contexto sociopolítico en que la producción tiene lugar), y por último, la distribución y el control.
d) Los objetos. Respecto de los objetos, habría que establecer, siguiendo a Costin, el uso de los productos artesanales (si se trata de objetos utilitarios o bienes de prestigio), el grado de restricción en su uso y la cantidad de bienes que se utilizan.
e) Los principios y mecanismos de distribución. Costin también propone averiguar los medios por los cuales los bienes son transferidos de los productores a los consumidores, y qué tan voluntaria es la transferencia (especialización independiente versus especialización dependiente, cuando hay un agente que auspicia la producción).
f) Los consumidores.
La producción artesanal puede estudiarse arqueológicamente identificando a los artesanos mismos y sus identidades; la casa y el ámbito familiar de la producción; el barrio y la concentración de medios de trabajo en sectores de un asentamiento, o bien, las comunidades especializadas en el nivel regional.
El estudio de las identidades en arqueología es reciente. Más allá del género, la etnia o la pertenencia a un grupo social, podemos estudiar las ocupaciones y oficios como identidades individuales y colectivas. Los individuos que tienen un oficio particular a menudo dejan en lo que producen firmas o marcas (por ejemplo, en los objetos de arcilla quedan impresas huellas digitales o dermatoglifos), amén de que imprimen estilos particulares en la manufactura. Son enterrados con sus instrumentos a fin de continuar su labor en el más allá; en ocasiones hay esqueletos que muestran huellas de estrés ocupacional, causadas por realizar movimientos reiterativos con ciertas partes del cuerpo.
En ciertos casos, las áreas de actividad de la casa de un artesano sugieren el tipo de artesanías que producía, pues contienen instrumentos, desechos, productos terminados o rotos en el proceso de elaboración. En los almacenes de productos terminados y en los basureros nos damos cuenta del volumen de la producción. Es muy poco lo que se ha hecho para evaluar la organización de la producción artesanal entre los grupos corporativos que habitaban los conjuntos multifamiliares de Teotihuacan. Aún así, contamos con evidencias de que las elites intermedias de las ciudades organizaban la producción de artesanías muy sofisticadas, como atavíos, tocados y posiblemente máscaras de sacerdotes y militares.
En los talleres adscritos a los palacios o a los templos podemos rastrear la producción que no era independiente y requería de una fuerte relación con quienes detentaban el poder; generalmente estaba dirigida a producir bienes suntuarios o utilizados en rituales. Es el caso de las plaquetas de incensario tipo teatro, producidas en un taller situado al norte de la Ciudadela de Teotihuacan, que fue excavado por Carlos Múnera, o bien de la elaboración de placas de mica, materia prima procedente de Oaxaca y monopolizada por el Estado teotihuacano, que además controló su uso. La manutención de los artesanos buscaba permitir la dedicación de tiempo completo a las tareas artesanales especializadas.
En sociedades complejas podemos encontrar, asimismo, barrios de artesanos independientes que ofrecían sus productos a la ciudad y que a menudo estaban organizados en corporaciones, cada una con su propia deidad tutelar. Un ejemplo de bienes producidos en barrios de artesanos es la elaboración de la cerámica Anaranjado San Martín, en Tlajinga 33, en Teotihuacan. En otras sociedades había artesanos itinerantes, generalmente artistas muy cotizados, con estilos personales y maneras de decorar particulares, los que podían dejar marcas en sus productos (marcas de alfarero, firmas). Por último, había comunidades completas que se especializaban en la producción de bienes determinados, como sucedía en patrones de simbiosis económica. Ejemplo de esto es la cerámica Anaranjado Delgado, producida en la región de Ixcaquixtla, al sur de Puebla.
En su estudio clásico sobre las sociedades del Preclásico en el Valle de Oaxaca, Kent Flannery y Marcus Winter señalaron que mediante la comparación de los artefactos, desechos y productos de diversas casas en distintos sitios se podían establecer tres tipos de actividad: universales (poco especializadas), realizadas en todos los sitios por la mayor parte de las familias; actividades sólo presentes en ciertos sitios (muy especializadas), y actividades únicas (magistrales). Para comparar el repertorio de actividades en una región bajo este enfoque se requiere analizar un amplio abanico de casas de sitios contemporáneos.
Por nuestra parte, proponemos que la mejor manera de analizar el grado de especialización económica en una sociedad es por medio de la localización de las áreas de producción, la identificación de los productos, para después determinar a quiénes llegaban, es decir, los lugares de consumo, con el fin de observar no sólo qué cosas se producían, dónde y a qué escala, sino las redes de distribución y el grado de restricción en su circulación.
Durante el Preclásico en Mesoamérica, al igual que en otras áreas culturales, encontramos objetos muy refinados cuando se trata de bienes que circulaban de manera restringida, hechos por “maestros artesanos” que, en ocasiones, podían ser itinerantes y ofrecer su producción de sitio en sitio. Hay bienes suntuarios cuya producción era muy especializada (por ejemplo, los espejos de magnetita) y eran elaborados sólo por una familia; son bienes que se pueden encontrar en regiones completas y que iban a dar a manos de las elites. Pero la mayoría de los bienes e instrumentos, destinados a satisfacer las necesidades básicas, eran elaborados por varias familias que, en regiones con variados recursos, formaban parte de esquemas de cooperación intercomunal. En el Preclásico, este tipo de organización fue llamada “simbiosis económica” por William Sanders, y se puede encontrar tanto en la Cuenca de México como en el Valle de Oaxaca.
Conforme las elites demandaban productos específicos, la producción se fue haciendo menos variada, es decir, más estandarizada. La aparición de moldes en cerámica podría indicar la manufactura de vasijas con cierta capacidad, quizás como consecuencia de un sistema de racionamiento de alimentos, o bien, para ser apiladas y transportadas a largas distancias. Un ejemplo son los cuencos Anaranjado Delgado fabricados en el sur de Puebla con moldes en forma de hongo.
Las elites gobernantes podían auspiciar a artesanos muy especializados en bienes suntuarios; así, en los palacios era frecuente ver a orfebres, plumarios, escultores y pintores. Sin embargo, también las elites intermedias, de los barrios, podían estar involucradas en la obtención de bienes de otras regiones de Mesoamérica, así como traer especialistas en ciertas artesanías.
Quisiéramos ejemplificar esto con una artesanía que aunque fuera muy particular y especializada, resulte clave para comprender la diferenciación social en Teotihuacan. En el barrio de Teopancazco, situado al sureste de Teotihuacan, hay un ejemplo de esto en la manufactura de atavíos y tocados para los sacerdotes y militares, conformados por placas de armadillo, tortuga, concha y cocodrilo, plumas de diversas aves, botones de concha y cerámica, así como pinzas de cangrejo. Todo esto se bordaba y cosía en mantas de algodón, como puede apreciarse en el famoso mural de Teopancazco.
En nuestras excavaciones extensivas y gracias a una perspectiva interdisciplinaria, que incluyó biólogos, químicos, físicos, geofísicos, osteólogos, genetistas y arqueólogos, encontramos en Teopancazco una especie de “sastrería” de la elite. Se encuentra en un barrio en el que alguna “casa” poderosa mantenía relaciones directas con la Costa del Golfo, región famosa por su producción algodonera, para proveerse de mantas de este material. Junto con esas mantas llegaron cerámica, moluscos marinos (conchas y caracoles, con los que se elaboraban placas y botones para coserlos a las mantas), peces, cangrejos y algún erizo de mar de las lagunas costeras. Para obtener plumas se traían tanto de Veracruz como de otros lugares diversas aves, entre ellas: gaviotas, garzas, patos zambullidores, gallaretas, perdices, codornices, correcaminos, halcones, búhos, zopilotes, aguilillas, águilas, águilas pescadoras y guajolotes. Además, se ha localizado gran cantidad de agujas estandarizadas –para bordar, coser y unir telas–, alfileres, alisadores, leznas para hacer agujeros, retocadores y otros instrumentos para preparar las pieles que eran añadidas al atavío. También había placas de armadillo, tortuga y cocodrilo, que probablemente se cosían o formaban parte de máscaras. Es posible que se añadiesen también pedazos de pieles de venado, liebre y conejo, amén de los botones de cerámica y concha nácar. Con sellos, llamados “pintaderas”, era posible añadir diseños a los lienzos. Es probable que en Teopancazco también se confeccionaran los tocados, pues hemos encontrado cráneos de animales cortados en su parte facial, listos para ser insertados en la parte anterior de los tocados, tal como se observa en el mural.
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Los intercambios, el trueque etc. eran muy complicados SIN DINERO; pero con el Internet, pueden hacerse, empezando con las materias primas de los países, y de una manera equitativa y justa para todas las partes.
ResponderEliminarUna economía MIXTA BIEN PLANIFICADA, y la educación, capacitación y organización correspondientes, se puede acabar con la ignorancia, la pobreza y el desempleo que hay en el mundo.
Poner limite a las ganancias multimillonarias, y reducir la jornada laboral, es posible con las nuevas computadoras, las maquinas y el uso de tarjetas electrónicas con vigencia de un mes. Una paternidad RESPONSABLE, evita la sobre población y se reduce la violencia.
No es la autoridad, la antigüedad y el numero lo que debe importarnos, sino las consecuencias que se han observado al actuar o no en sentido determinado.
Normas comunes y LIBERTAD, pueden coexistir y traducirse en un verdadero Bienestar General.