Del pequeño grupo de códices prehispánicos que sobrevivió a la conquista española, el Códice Laud es, quizá, uno de los que mayor perfección muestra tanto en el trazo como en el manejo de los colores. El artista-escribano que realizó el códice guarda una línea muy depurada, alcanza una gran precisión en los contornos de las figuras así como en la aplicación de los colores al plasmarlos de manera uniforme, lo que demuestra una virtuosa destreza del pintor cuya filiación étnica desconocemos.
Pero no solamente en la extraordinaria técnica pictórica se distingue este importante manuscrito: el Códice Laud tiene interesantes diferencias con el Códice Borgia, el Vaticano B o el Cospi, pues contiene secciones que no aparecen en los demás códices adivinatorios. En lo particular, el Códice Laud mantiene una estrecha relación con la parte ritual delCódice Porfirio Díaz o Códice de Tututepetongo, manuscrito proveniente de la región cuicateca situada en la parte norte del estado de Oaxaca.
El Códice Laud se encuentra actualmente en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, Inglaterra, catalogado con el número 678. Durante mucho tiempo se le consideró un documento egipcio, pues el códice ha sido conservado dentro de un estuche de piel que tiene adherida una etiqueta que dice: Liber Hieroglyphicorum Aegyptorum MS, “libro manuscrito de jeroglíficos egipcios”. Una inscripción en latín colocada directamente sobre la cubierta del códice dice que perteneció al arzobispo de Canterbury, William Laud, en 1636.
Durante más de un siglo diversos especialistas han discutido la manera en que William Laud adquirió el documento en el siglo XVII. Nada se sabe sobre la historia anterior a esa fecha, ni de dónde exactamente pudo haber salido este extraordinario códice.
En 1905, Walter Lehmann lanzó la hipótesis de que el documento pudo haber sido obsequiado al arzobispo Laud por el entonces príncipe de Gales, más tarde conocido como Carlos I de Inglaterra, quien realizó un largo viaje a España en 1623 con la intención de acordar un matrimonio con la infanta María, hija de Felipe III y establecer una alianza (Lehmann citado por Martínez Marín, 1961, p. 27).
Más tarde, Cottie Burland en 1966 sugirió que el manuscrito había pertenecido al ocultista John Dee, quien lo deja como herencia al arzobispo Laud en 1608 (Anders y Jansen, 1994: 28). Sin embargo, Ferdinand Anders y Maarten Jansen proponen que el códice llegó a manos de Laud a través de Thomas Howard, conde de Arundel, durante un viaje que éste realizó a Alemania y Austria en 1636.
Códice de Tepetlaoztoc
Xavier Noguez
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Reprografía: Archivo De Xavier Noguez |
• Características físicas
Un cartapacio de 72 fojas de papel europeo de 29.8 cm de largo por 21.5 cm de ancho. Algunas fojas no fueron utilizadas y, en ocasiones, la numeración se pierde, lo que no significa una extracción de material, como sucede en otros códices.
• Formas y colores
Hubo una interesante dosis de experimentación pictórica al combinar los estilos europeo y nativo, en especial en los dos primeros mapas orientados al este. En éstos se representan paisajes de corte realista junto con glifos tradicionales de cerro, agua y toponímicos. Se usó la técnica de la acuarela con pinceles de diferente grosor. Predominan rojo, azul, verde, ocre y las tintas negra y sepia.
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CONTENIDO
Es uno de los más completos ejemplos de pictografías indígenas de tema jurídico-contencioso, que gira alrededor de un pedido que hacen los habitantes de Tepetlaoztoc para una reducción de tributos, en especie y mano de obra, impuestos por Gonzalo de Salazar, su encomendero, a mediados del siglo XVI. El instrumento legal fue un extraordinario conjunto de ilustraciones, acompañadas de glosas en español. Con el objeto de justificar la demanda, se hicieron acuciosos registros no sólo contables del tributo, sino también de la ubicación del pueblo (altépetl), por medio de dos mapas, y de su historia y gobierno, que prueban su antigüedad y legitimidad política. Pero las secciones más amplias se refieren a la historia de la encomienda y los registros tributarios, un relato que se inicia hacia 1523, cuando Hernán Cortés se la adjudicó, y termina hasta 1553. Diego de Ocampo y Miguel Díaz de Aux, conquistadores, se mencionan como encomenderos por un corto periodo.
FECHA DE ELABORACIÓN
La fecha de 1554 se registra en la pictografía.
LUGAR DE ORIGEN
Tepetlaoztoc o Texcoco. Sabemos que un buen número de pictografías de la etapa colonial temprana provienen de este último señorío, donde se continuó una fuerte tradición de pintura de códices que se remonta a la etapa prehispánica. |
DESCRIPCIÓN DE LA FOJA 3, LÁMINA B
De gran importancia, en el Posclásico Tardío (ca. 900-1521), en el centro de Mesoamérica, fue la presencia de grupos de cultura nómada, procedentes de las vastas llanuras septentrionales. Fueron llamados “chichimecas” en forma genérica y, algunos de ellos, una vez establecidos y aculturados por los habitantes más antiguos que se dedicaban a la agricultura, fundaron importantes señoríos como los del Acolhuacan, en la región oriental cercana a los lagos del Altiplano Central. El reino acolhua tuvo su eje político en Texcoco, señorío gobernado por los descendientes del caudillo Xólotl. Tepetlaoztoc formaba parte de este conglomerado de poblaciones, y su origen chichimeca se ve claramente reflejado en las primeras láminas de su códice. En esta foja se escribió un texto en español de 29 renglones donde se explica que hace 440 años vinieron a fundar y poblar Tepetlaoztoc los caudillos chichimecas Hueitonatiuh (Gran Sol), Hocotochtli (Lince), Tohueyo (Extranjero, con características de cuextécatl o huasteco) y Techocahuilli (¿el que llora sobre la gente?), quienes se establecen como “señores naturales” y marcan los límites del pueblo”. Además, se da noticia de los vínculos consanguíneos con sus sucesores, registrados en las siguientes fojas. Llaman la atención los detalles con que se representaron los personajes, sólo comparables con las descripciones en los Primeros Memoriales de fray Bernardino de Sahagún, al referirse a los linajes acolhuas.
HISTORIAS DE LOS CÓDICES MEXICANOS Manuel A. Hermann Lejarazu
Códice Tulane |
| Originalmente, el Códice Tulane sólo contenía información genealógica de los gobernantes de los pueblos de Acatlán y Chila (estado de Puebla), y después se le añadieron numerosas glosas que describen los nombres en mixteco de los linderos de Ñumí. Códice Tulane, lám. 9.
Repro.: Boris De Swan / Raíces |
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Elaborado, probablemente, a mediados del siglo XVI en el señorío mixteco de Acatlán, al sur del actual estado de Puebla, la historia del Códice Tulane es un ejemplo de las enormes vicisitudes por las que han pasado numerosos documentos pictográficos que hoy en día se encuentran dispersos en diferentes bibliotecas y museos del mundo.
El códice, que había permanecido en manos de los señores de Acatlán hasta mediados del siglo XVIII, cambió súbitamente de residencia: fue trasladado al pueblo de San Juan Ñumí, al noroeste de la Mixteca Alta, seguramente por litigios que en aquel momento enfrentaban a los caciques de Acatlán con varios pueblos del área de la Mixteca. Originalmente, el manuscrito sólo contenía información genealógica de los gobernantes de los pueblos de Acatlán y Chila, pero cuando llegó a Ñumí se le añadieron numerosas glosas en mixteco que describen los nombres de los linderos de esta comunidad. Entre 1767 y 1775, los habitantes de Ñumí estuvieron implicados en diversos litigios contra las poblaciones vecinas, motivo por el cual se le agregaron al códice más nombres de linderos, sobre todo aquellos relacionados en pleitos con San Pedro Mártir Yucuxaco, San Sebastián Nicananduta y San Antonio Nduaxico. Pero la historia del códice no termina aquí, pues en fecha aún desconocida, éste apareció, a principios del siglo XX, en el pueblo de San Martín Huamelulpan, de donde lo obtuvo Samuel Daza Guzmán en 1912.
En 1932 el códice fue adquirido por la Universidad de Tulane, tras una serie de negociaciones encabezadas por el arqueólogo Frans Blom, que en aquel momento era director del Departamento de Investigación en América Media en esa universidad (actualmente conocido como Middle American Research Institute).
Durante los 20 años que transcurrieron desde el moderno descubrimiento del códice en Huamelulpan hasta su actual repositorio en la Biblioteca Latinoamericana de Tulane, se levantó una verdadera “cortina de humo” que complicó sobremanera la historia del documento. Incluso hasta años recientes aún circulaban diversas versiones sobre cómo había salido el códice de México y llegado, finalmente, a la Universidad de Tulane.
El historiador Alejandro Méndez Aquino publicó una versión interesante en su monografía sobre la historia de Tlaxiaco (Méndez Aquino, 1996, pp. 344-347), en la que se ofrecen algunos detalles acerca de cómo adquirió el códice Samuel Daza; Aquino se basó en algunos escritos de la familia Daza.
Códice de Jilotepec
Xavier Noguez
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Reprografía: Archivo De Xavier Noguez |
• Características físicas
Han sobrevivido doce hojas, ahora sueltas, de papel europeo, de 21.5 cm de ancho por 31.5 cm de largo. Aún se notan los rastros de una antigua encuadernación. Salvo las primeras y últimas hojas, la pictografía se encuentra completa y en buenas condiciones. Recientemente se realizó un efectivo trabajo de restauración.
• Formas y colores
A diferencia del Códice de Huichipan, donde abunda el color en las imágenes, en la pictografía de Jilotepec sólo se usó una tinta de color café para texto e ilustraciones. Todas las hojas muestran un marco doble que limita el espacio pictórico y de los textos. Por la presencia de extrañas composiciones de los glifos de caña, pedernal, casa y conejo, el códice podría caer en la categoría de anales continuos, sin embargo la secuencia no es constante porque aparecen entreverados algunos glifos que no corresponden a los cuatro citados.
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CONTENIDO
Es un documento pictográfico de tradición otomiana con cuatro importantes secciones. Se inicia en el folio 24r y, por lo menos, el relato histórico parece principiar aquí. Se desconoce el contenido de los folios anteriores. La primera parte, con una fecha inicial de 1403, muestra, como símbolo de fundación del asentamiento como altépetl, un elaborado glifo toponímico de Xilotepec (lugar del cerro del los jilotes), que se acompaña de una serpiente de nubes y un señor vestido a la usanza prehispánica, con un tocado de guerrero, acomodado en un asiento de respaldo. El texto habla de los primeros gobernantes del pueblo, haciendo también referencias a los señores de México-Tenochtitlan. En la segunda parte, del folio 25r al 28r, se da noticia de las formas de elección de los gobernantes indígenas, en la etapa anterior a la conquista española, y termina con la mención de una congregación local.
FECHA DE ELABORACIÓN
Finales del siglo XVI y principios del siguiente. Aún no es claro si el documento pictórico que conocemos actualmente es un trasunto más tardío, como opinan algunos estudiosos.
LUGAR DE ORIGEN
Jilotepec de Molina Enríquez, estado de México. |
FOLIO 33r
No son muchos los ejemplos de representaciones arquitectónicas realistas en los códices, que nos ayuden a documentar su historia. Por ejemplo, en el Códice de Tlatelolco se incluyeron las imágenes de su tecpan o palacio de gobierno y del llamado “rollo” de Tepeaca, en Puebla. Aquí, en la parte superior del folio, se dibujó la fachada de una construcción religiosa con siete arcos y una cruz en el centro del techo. En sus lados se agregaron un personaje español (¿un encomendero?) y un fraile franciscano. Ya en 1965, el historiador del arte John McAndrew hacía una referencia a este dibujo, considerando que se trataba de una construcción de siete naves, cada una con cinco crujías de profundidad y con un altar adosado a la pared central. Además, tenía un techo de madera inclinado. El autor compara esta construcción con otras franciscanas como la de San José de los Naturales de Tenochtitlan, cuando contaba con siete naves, y la capilla real de Cholula. Agrega que la obra tuvo un particular apoyo económico por parte de la hija menor de Juan Jaramillo, encomendero de Jilotepec. El folio aquí descrito continúa con un texto en español que, entre otros asuntos, hace particular referencia al famoso cacique Juan Bautista Valerio de la Cruz y su relación con la capilla: “...y a costa de dicho don Juan, se labró y se cortaron los cimientos de esta famosa capilla el año de 1565 y se le dio por patrona y abogada a dicha fábrica a Nuestra Señora de la Limpia Concepción, para ayuda y defensora de los pobrecitos naturales a quienes se le aplicó y haciéndoles gracia y donación...”
HISTORIAS DE LOS CÓDICES MEXICANOS Manuel A. Hermann Lejarazu
Códices Tributarios de Mizquiahuala |
| izquierda: Recibo a Manuel de Olvera por los bienes y servicios de las mujeres de Mizquiahuala. Fragmento Poinsett 1. Derecha:Entrega de productos al corregidor Manuel de Olvera. En la parte inferior derecha, los días están indicados mediante círculos. Fragmento Poinsett 2. Fotos: BNAH |
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De la región del valle del Mezquital proviene uno de los grupos documentales más importantes del estado de Hidalgo: un conjunto de manuscritos pictográficos conocidos como Recibos de Mizquiahuala o Códices Tributarios de Mizquiahuala. Su contenido, principalmente, es de carácter económico pero ofrecen, además, un interesante testimonio sobre la situación social de los antiguos pobladores del pueblo de Mizquiahuala.
Seis son en total el número de manuscritos que conforman el grupo de códices de Mizquiahuala. No obstante, de los seis documentos conocidos únicamente dos se encuentran en México, ya que los demás están repartidos en distintos lugares del mundo.
Efectivamente, dos ejemplares, conocidos también como Fragmentos 7 y 13 de la Colección Humboldt, se encuentran actualmente en la Biblioteca Estatal de Berlín (Deutsche Staatsbibliothek, Berlín). Otro, que se hallaba en esta misma institución, lleva el nombre de Rechnung über gelieferte Naturalien, pero actualmente está perdido. Un cuarto documento se localiza en la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de Tulane, Estados Unidos, registrado bajo el nombre deTira de Tributos. Por último, dos manuscritos que se encuentran en México llevan respectivamente el nombre deFragmento Poinsett No.1 y Fragmento Poinsett No. 2, ambos en la colección de códices de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
La explicación del porqué este homogéneo grupo se encuentra tan disgregado va unida a la historia particular de cada documento pero, sobre todo, la historia se halla estrechamente relacionada con la vida y obra de sus antiguos poseedores.
Los documentos que hoy conocemos como Recibos de Mizquiahuala formaron parte de una de las colecciones históricas más importantes de México: la Colección Boturini. El humanista italiano Lorenzo Boturini Benaduci llegó a la Nueva España en 1736. Desde su arribo a México, Boturini comenzó muy pronto a interesarse por las antiguas culturas mesoamericanas y dedicó gran parte de su tiempo a recopilar textos y manuscritos que hicieran alusión al pasado indígena. Durante siete años Boturini recorrió archivos, bibliotecas y poblados en búsqueda de documentos históricos, todo ello con la idea de escribir una historia antigua del reino de Nueva España. Sin embargo, la estancia de Boturini en México era ilegal, pues se encontraba viajando sin documentación oficial que le permitiera el libre tránsito por el país. En 1743, el caballero Boturini fue arrestado por las autoridades virreinales y deportado a España al siguiente año. Todos sus manuscritos y documentos fueron incautados y remitidos a los archivos del gobierno virreinal. Ya en España, Boturini reclamó la devolución de su colección, pero jamás pudo recuperarla a pesar de que fuera nombrado “Historiador de Indias” en 1746.
Códice Telleriano-Remensis
Xavier Noguez
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Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces |
• Características físicas
El formato es de libro europeo con papel de la misma procedencia. Mide de 32 x 22 cm. Se nota la pérdida de hojas, y ahora sólo quedan 50 folios pintados y escritos en ambos lados.
• Formas y colores
Como ya se ha mencionado, el estilo predominante en la pictografía se desprende directamente de la tlacuilollianterior a 1519, aunque no deja de ser ya un documento colonial que muestra combinaciones con las novedades pictóricas introducidas por los españoles. Las formas se determinan, de manera precisa, a través de una “línea marco” de color negro. Los colores son uniformes, planos, sin sombreados que sugieran volumen. Estas cualidades le dan al códice una claridad no vista en otras pictografías contemporáneas.
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CONTENIDO
La pictografía colonial reúne tres grandes secciones que no muestran una continuidad temática, y cuya información proviene de diversas fuentes. Es probable que, como es el caso de otros ejemplos, el códice haya sido solicitado por autoridades civiles o religiosas hispanas, con el fin de conocer la historia y religión, particularmente de los mexica-tenochcas. En la primera parte (ff. 1 r-7 r) se da cuenta de algunas de las ceremonias del calendario solar, cada una de ellas con una duración de 20 días. La sección siguiente (ff 8 r-24 r) es un tonalámatl o “libro de los destinos”, almanaque adivinatorio de 20 periodos de 13 días, con una información distribuida en dos folios contiguos. En estas dos secciones llama la atención la presencia de un estilo tradicional que contribuye a definir, con mayor precisión, los complejos mensajes iconográficos.
FECHA DE ELABORACIÓN
Un punto de referencia es el periodo 1562-1563, donde termina la cronología del códice. Las imágenes parecen haber sido pintadas alrededor de 1554-1555 y las glosas hasta 1563.
LUGAR DE ORIGEN
La ciudad de México-Tenochtitlan. Se ha expresado también la hipótesis de que la parte histórica referida a la primigenia migración fue agregada posteriormente en la región de Puebla. |
FOLIO 39R
Se trata de una de las más polémicas secciones de la parte histórica de la pictografía. El f. 39r registra los eventos ocurridos en 1485 (6 casa), 1486 (7 conejo) y 1487 (8 caña), años registrados mediante cartuchos en azul y rojo en la parte superior. El primer conjunto (1486) da noticia de la transición de gobierno en Tenochtitlan, cuando Tízoc (glifo onomástico de piedra atravesada por una espina) muere y sube al trono su hermano menor Ahuízotl o Ahuítzotl (la glosa define al nombre como “cierto animal del agua”). En el año siguiente se hace una exposición detallada de lo sucedido al momento de la reinaguración de una de las fases constructivas del Templo Mayor tenochca, aquí pintado con las capillas de Tláloc y Huitzilopochtli erróneamente ubicadas. Ante la presencia del nuevo hueitlatoani, se da noticia de la procedencia y número de sacrificados en esta muy especial ceremonia: dos bolsas de tabaco o copal ( xiquipilli o numeral 8 000) y diez cabellos ( tzontli o numeral 400) fijan la increíble suma de 20 000 víctimas procedentes de varios lugares que habían sido recientemente invadidos como Cuetlaxtlan (Cotastla), Tzapotitlan o Tetzapotitlan, ambos en la Huasteca.
HISTORIAS DE LOS CÓDICES MEXICANOS Manuel A. Hermann Lejarazu
Códice Tudela |
| La diosa Tlazoltéotl, patrona de las médicas mexicas y de los temazcales o baños de vapor, se ve en la entrada de uno de estos edificios. Códice Tudela, f. 62r.
Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces |
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Desde que fue dado a conocer al mundo científico en 1947, el Códice Tudela o Códice del Museo de América ha aportado numerosa información sobre el calendario, religión y costumbres de los antiguos mexicanos. Si bien, en un principio, se consideraba una copia de un manuscrito hoy perdido, actuales investigaciones han postulado que en realidad el Códice Tudela dio origen a diversos documentos y pictografías que hoy conforman al grupo denominado Magliabechiano.
Es muy poco lo que se conoce sobre la historia del códice antes de su adquisición por el Ministerio de Educación del gobierno de España en 1948. La información que se manejaba en aquel entonces estaba relacionada con una mujer de nombre Pilar Bermúdez de Castro y Feijóo, quien había mostrado el códice a José Tudela de la Orden, subdirector en ese momento del Museo de América de Madrid. Según los datos de Pilar Bermúdez, el códice había sido llevado a España por Pedro de Castro Salazar, Marqués de Gracia Real, Caballero del Hábito de Santiago y virrey de Nueva España entre 1740 y 1741. El virrey era ascendiente de Félix Antonio Belorado y Salazar, en cuya casa había aparecido el códice en el año 1900.
De acuerdo con las investigaciones recientes de Batalla Rosado (2001, 2002), la historia de Bermúdez de Castro es bastante inverosímil, pues resulta que el virrey Castro Salazar murió en México y nunca regresó a España, e incluso, él había perdido sus pertenencias antes de su arribo a México, pues su navío sufrió el ataque de corsarios ingleses (Batalla, 2001, p. 150). Por lo tanto, la historia de la señora Bermúdez acerca de que el manuscrito había pertenecido a su ilustre antepasado resulta poco confiable. Al parecer, lo que intentaba esta señora era legitimar la posesión del manuscrito como un bien heredado, pues una ley del gobierno español promulgada en 1933 obligaba a cualquier vendedor de alguna obra declarar la procedencia legal del objeto que le pertenecía (Batalla, 2001, p. 151).
De cualquier modo, Pilar Bermúdez ofreció el códice al Ministerio de Educación español en julio de 1943, pero al no obtener respuesta, nuevamente insistió en mayo de 1947 sobre su venta, esta vez a requerimiento de José Tudela de la Orden. La cantidad que pedía doña Pilar era de 55 000 pesetas, ahora con la advertencia de que si no lo compraba el gobierno lo iba a vender a otro país. La intervención directa de José Tudela y del Marqués de Lozoya evitaron que el documento saliera de España, pues ambos terminaron por comprar el códice con su propio dinero por la cantidad de 55 250 pesetas, y coadyuvaron así a la adquisición del códice por parte del Estado español que, finalmente, lo depositó en el Museo de América de Madrid el 1 de junio de 1948 (Batalla, 2002, p. 44).
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HISTORIAS DE LOS CÓDICES MEXICANOS Manuel A. Hermann Lejarazu
El Lienzo de Tlapiltepec |
| Al centro de esta imagen se ve a los padres de Atonal, fundador de la dinastía de Coixtlahuaca. Ambos están sentados cerca de los glifos de Cerro de la Red y Cerro del Árbol, lugares que aún no han sido localizados geográficamente en la Mixteca oaxaqueña. Lienzo de Tlapiltepec. Museo Real de Ontario, Toronto, Canadá. Reprografía: Archivo De Manuel A. Hermann Lejarazu |
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Del valle de Coixtlahuaca (un área comprendida entre la parte norte de la Mixteca Alta y la parte sur del actual estado de Puebla) proviene un conjunto de manuscritos elaborados en los más diversos materiales y estilos, aunque en su mayoría sobresalen las telas de algodón o lienzos, por lo que se les ha denominado comúnmente “lienzos de Coixtlahuaca”. Durante el siglo XVI el territorio se encontraba habitado (y aún lo está actualmente) por hablantes de lengua chuchona o chocholteca, pero también existían poblaciones mixtecas y nahuas.
El Lienzo de Tlapiltepec forma parte de este valioso grupo de documentos histórico-genealógicos que narra la situación política y geográfica de la región. Hoy en día, gracias a las investigaciones recientes de Ross Parmenter (1982), Bas van Doesburg (1998) y Adam Sellen (2000) podemos reconstruir la historia moderna de uno de los lienzos más complejos de todo el grupo.
Ahora sabemos que en 1892 el manuscrito se encontraba en la comunidad de Tlapiltepec (lugar ubicado al noroeste del pueblo de Coixtlahuaca) no obstante, el documento fue originalmente pintado en Coixtlahuaca, pero se ignora hasta el momento cómo llegó a Tlapiltepec. A principios del siglo XX, Tlapiltepec estaba inmerso en un litigio contra los pueblos vecinos de Jicotlán y Tulancingo por la demarcación de sus linderos territoriales. Las autoridades de Tlapiltepec consideraron necesario presentar el lienzo para apoyar sus reclamos legales ante el abogado Antonio María Chávez, quien los representaría durante el pleito. Pero concluido el proceso hacia 1904, Chávez no devolvió el documento a la población, quedándose con la pieza a pesar de las constantes peticiones para que lo regresara. Tres años más tarde, Chávez vendió el lienzo al afamado coleccionista Constantino Jorge Rickards por la cantidad de 400 pesos, dinero que ya había recibido anteriormente de parte del comprador (Doesburg, 1998, p. 59).
Rickards nació en la ciudad de Oaxaca en 1876 y desde niño mostró gran interés por la historia y las antigüedades prehispánicas. Sus padres eran de origen escocés, por lo que lo enviaron a Inglaterra a estudiar desde muy joven, pero años más tarde regresó a Oaxaca para graduarse en leyes (Sellen, 2000, p. 15). En 1905 se encontraba al frente de los negocios de su padre, quien había logrado una posición acomodada gracias a la minería. Cuando en 1910 estalló la Revolución mexicana, la empresa minera se vio muy afectada, por lo que Rickards tuvo que emplearse como vicecónsul de la embajada británica en Oaxaca y en la ciudad de México. El interés de Rickards por la historia prehispánica lo llevó a conformar una gran colección de piezas arqueológicas, entre las que destacan las denominadas “urnas zapotecas” o vasos efigie (Sellen, 2000, p. 15).
Códice Xólotl
Xavier Noguez
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Foto: Archivo De Xavier Noguez |
• Características físicas
Elaborado en papel de amate, consta de diez secciones determinadas por Aubin, uno de sus poseedores, aunque las dos últimas contienen un solo relato. Cada lámina mide aproximadamente 42 por 48 cm. Según Robertson, es posible que la forma original haya sido en hojas individuales o “biombo”, como los ejemplos prehispánicos que han sobrevivido. El autor opina que, por razones desconocidas, la presentación actual es una modificación que se hizo muy posteriormente.
• Formas y colores
No podemos afirmar que el Códice Xólotl sea copia de uno más antiguo, un prototipo, o que su presentación sea única, producto del contacto y asimilación de las novedades cartográficas europeas. La vista es de occidente a oriente, tomando como punto de referencia el conjunto de lagos altiplánicos y, a veces, la cordillera oriental de los volcanes. El arreglo del espacio cambió de acuerdo con las necesidades de la información.
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CONTENIDO
Se trata de un gran mosaico cartográfico-histórico que se extiende a través de las diez láminas que forman esta pictografía donde, con gran imaginación, en un tour de force gráfico, se combinaron eventos y lugares.
Centrada en la historia de Texcoco-Acolhuacan, la descripción comienza con la llegada de los chichimecas del caudillo Xólotl, su primer establecimiento en Tenayocan (ca. 1224) y el inicio de su proceso de aculturación, gracias al contacto con los grupos sedentarios, hasta los antecedentes inmediatos de la llamada “guerra tepaneca” (ca. 1427-1431).
En esta última parte predomina la biografía del líder texcocano Nezahualcóyotl Acolmiztli, quien se perfiló como uno de los promotores de la alianza de sus súbditos con Tenochtitlan y Tlatelolco en contra los tepanecas de Azcapotzalco.
FECHA DE ELABORACIÓN
Es una pictografía colonial temprana. El historiador del arte Donald Robertson calcula que se pintó aproximadamente entre 1542 y 1546, o un poco antes. Además, afirma que su elaboración es más temprana que la de los códicesTlohtzin y Quinatzin, otros importantes documentos acolhua-texcocanos.
LUGAR DE ORIGEN
Probablemente se pintó en Texcoco, señorío que había sido la principal sede de grandes bibliotecas (amoxpialoyan oamoxcalli), desde la etapa anterior a la conquista hispana. |
LÁMINA 9, SECCIÓN INFERIOR Los eventos que aquí se registran tuvieron lugar al poniente y, principalmente, al oriente de la cuenca lacustre (aquí representada como un largo cuerpo de agua que al norte, lado izquierdo, termina en los lagos de Xaltocan y Zumpango).
Se trata de episodios relacionados con la huida de Nezahualcóyotl Acolmiztli, tras la subida al poder de Maxtla como señor de Azcapotzalco. Maxtla ordena matar a Nezahualcóyotl y a otros gobernantes de poblaciones cercanas que consideraba hostiles a su hegemonía política. En la parte inferior tres importantes tlatoque fueron representados: Maxtla al centro, con el glifo onomástico de bragas; Cuauhtlatoa de Tlatelolco, a la izquierda, identificado con una cabeza de águila y volutas de la palabra que salen de su pico, e Itzcóatl de Tenochtitlan, aquí con la serpiente con navajas de obsidiana. Significativamente, parecen reunirse con el caudillo tepaneca los dos gobernantes que más tarde lo derrotaron y que fueron los sucesores de Tlacatéotl y Chimalpopoca, respectivamente, víctimas del ajuste de cuentas que implementó Maxtla.
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