Calendario Maya
La complejidad del universo cautivó, desde el amanecer de su historia, al pueblo maya. Los científicos de esta civilización mesoamericana se distinguieron por su espíritu incansable y una capacidad de abstracción que, como su mirada, iba más allá de las estrellas.
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El tiempo, y por lo tanto, los sucesos que ocurrían dentro de él, obedecían a esta armonía cósmica a la que se aproximaron con tanta exactitud y que en su afán por prever y planificar el futuro, dio origen a un segundo calendario o almanaque de 260 días, que regía la vida de cada individuo y todas sus actividades, tanto las rituales como las cotidianas.
Este almanaque, llamado Tzolkín, era utilizado por los sacerdotes para determinar el día en que se debía sembrar, ir a la guerra, efectuar un matrimonio y cualquiera otra labor. Se constituye por la combinación de 13 números con 20 signos, que da 260 días.
Al conjuntar el calendario solar, Haab, común a toda la sociedad, y el almanaque, Tzolkín, que a manera de horóscopo contenía designios preestablecidos para cada individuo, se formaba un gran ciclo o Rueda Calendárica que abarca 18 980 días, es decir 73 ciclos de 260 días (contando con el Tzolkín) y 52 años solares (contados con el Haab), y se completaba cuando una fecha se repetía en ambos calendarios.
A partir del uso de la Cuenta Larga, es decir, la del Haab, los mayas trazaron un principio de los tiempos en la fecha 4 AHAU 8 CUMKÚ, que aparece repetidamente en las inscripciones de distintos monumentos. Para los mayas, esta fecha, que equivale al 13 de agosto de 3114 a.C. de nuestro calendario, pudo significar el inicio de la era cósmica en la que ellos abrieron los ojos a la luz en el universo y, aunque no haya vestigio claro sobre el acontecimiento que le otorgara el sitio de punto de partida de una historia, nos deja la sensación de que la civilización maya estaba muy consciente de que las cosas tienen siempre un principio y un fin; una época de esplendor y gloria y otra para el colapso y el regreso a la nada.
Si no tuviéramos conciencia del momento en que vivimos, ni guardáramos memoria de él, seguramente nuestras vidas serían historias imprecisas, remolinos de anécdotas inconexas, de sucesos que se perderían por no tener una forma de anclarse en el recuerdo de la colectividad.
Los mayas tuvieron muy presente la importancia que representaba para su pueblo el estudio del tiempo y el registro preciso de los acontecimientos; percibían en cada cambio de la naturaleza un influjo invisible, el rotar del universo, del que ellos sabían no eran el eje, sino un engrane más en las ruedas del tiempo.
Glifos mayas de los días:
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Glifos mayas de los meses:
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Glifos mayas de los periodos:
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