LOS MAYAS










El territorio y el entorno natural
A partir del año 292, conforme a las estelas o monumentos de piedra con las cuales acostumbraban a historizar su propia tradición, y hasta el siglo IX, los mayas desplegaron un período de esplendor, el cual dejó su marca sobre otras culturas mesoamericanas.
Los especialistas en demografía histórica especulan que a mediados del siglo VIII, en pleno esplendor del Período Clásico, la población maya de las Tierras Bajas pudo haber llegado a los trece millones de habitantes.
El territorio de los mayas abarcaba la casi totalidad de Guatemala, el occidente de Honduras, Belice, y los actuales estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, parte de Chiapas y Tabasco, en México.
Se distinguen varias regiones. La meseta de la península del Yucatán, la selva de El Petén en las Tierras Bajas guatemaltecas de la región central, la costa caribeña del oriente de Yucatán, y las Tierras Altas de Guatemala y Chiapas.
Durante dos mil años, los mayas lograron desarrollar una sofisticada cultura en un medio ambiente sumamente adverso como la selva tropical de las Tierras Bajas.
Ocuparon un territorio caracterizado por una diversidad ecológica enorme, la cual les proponía distintas exigencias. Las poblaciones de las planicies del norte, cuyo subsuelo está surcado por ríos subterráneos, dependían de la emergencia de cenotes o lagos naturales, y de la acumulación en cisternas, llamadas chultunes. Más al sur el territorio se puebla de ríos, aguadas y pantanos, dando lugar a la región montañosa de Chiapas-Guatemala, y a las regiones costeras.
Sin centralización estatal que unifique a las ciudades, los mayas desarrollaron una cultura sumamente homogénea en el tiempo y el espacio.
La vida de los mayas fue de base urbana, con un entorno campesino y agrícola. Alrededor de los monumentales edificios políticos y ceremoniales, los palacios y templos, con el frente de sus casas orientadas hacia los puntos cardinales, se ubicaban los barrios de los artesanos, los comerciantes y los agricultores. A continuación se situaban las tierras labradas.
El Mayab puede ser percibido como una red continua de viviendas y campos de cultivo, solamente interrumpida por los accidentes topográficos, y anudada por los grandes centros urbanos.



CRONOLOGIA















Estelas y Calendarios
Gracias al sentido histórico con el cual pensaban el devenir de la vida, los mayas tuvieron una precupación intensa por medir el paso del tiempo. Llevaban registros minuciosos de los grandes acontecimientos políticos y sagrados, las victorias militares decisivas, la fundación de las ciudades, la coronación de los príncipes, y la emergencia de nuevas dinastías.
A partir de la observación de los astros elaboraron un complejo y preciso calendario. Conservaron la memoria de los hechos significativos a través de la erección de estelas, monolitos o placas talladas en piedra, que permiten conocer su historia mediante las fechas sumamente exactas que llevan inscriptas, y la información que muestran las imágenes grabadas en la superficie de dichas estelas. No obstante, la tarea de los científicos se complica por la concepción circular del tiempo que tuvieron los mayas.
La estela más antigua fue encontrada en Tikal, y pertenece al año 292 d.C. Conforme a las tradiciones mayas, marca el inicio del Período Cásico o Dinástico. La estela más reciente que se ha hallado corresponde al año 889, y fue descubierta en Uaxactún. Ambas ciudades se encuentran muy próximas, en el actual territorio de Guatemala.



Fases y períodos históricos Mayas

La historia de los mayas se divide en etapas o períodos, cada uno corresponde a una fase delimitada por las características de la fecha: estructura social, costumbres, avances y desarrollo.


La riqueza de esta antigua civilización inunda los años con distintas características afines, causando por ende, su división en etapas o épocas.

Las diferencias en las construcciones y arquitectura maya, así como las huellas de sus costumbres y estructuras sociales dejadas en sus vestigios hacen posible agrupar de manera lógica su historia en épocas en el siguiente orden cronológico:


Época Arcaica (del 24,000 al 3,000 a.C.)

Época Preclásica (del 2,000 a.C. al -250 d.C.)

Perí­odo Clásico, caracterí­stico por el brillo de la civilización (250-900 d.C.)

Postclásico, fin intrigante de la civilización (900-1,200 d.C.)



El fin del Período Post Clásico se marca en en año 1,524, cuando se cierra el capítulo histórico de los mayas originales y se inicia la historia de conquista y mestizaje qe involucra a los españoles en América.

Los mayas no vivieron un brillo cultural simultáneo (todas las ciudades y sitios ceremoniales). Mientras unas ciudades alcanzaban su mayor apogeo en un período, otras apenas se formaban, luego algunas se debilitaban, abriendo paso al crecimiento y brillo de otras ciudades.




PERIDO ARCAICO MAYA



La historia de los Mayas se inicia con el establecimiento geográfico de los primeros grupos creando estructuras sociales y abandonando sus costumbres nómadas que los hacían migrar constantemente.


El origen de los mayas se remonta a sus antiguos antecesores que llegaran a poblar el contintente americano muchos años atrás y esto marca el inicio del período.

Los primeros colonizadores migratorios arribaron al continente por el estrecho de Bering durante la última glaciación.

Este tramo, hundido bajo el mar formó un puente natural con la influencia de la congelación que creara un área presta para movilizarse. Esto ocurrió en un período entre el 60,000 y 8,000 a.C.

Las características generales de esta nueva población los ubican como nómadas, cazadores y recolectores, ocupando lentamente con el paso del tiempo, las tres zonas geográficas que corresponden a las tres mayab.

  • Tierras altas
  • Tierras bajas
  • Litoral Pacífico

Evidencias históricas ubican a este conjunto poblacional en distintas actividades durante el año, viviendo en cuevas (comunes y frecuentes en territorio norte, en su mayoría kárstico) o en la superficie expuesta a forma de campamentos.

La obsidiana, por su dureza, versatilidad y filo, les permitió fabricar distintos tipos de herramientas útiles para la caza.

Subsistieron de esta forma durante años sin conocer o aprovechar los beneficios de la agricultura, que apareciera según indican hallazgos en el norte de Guatemala y Belice alrededor del 2,800 a.C., principalmente de maíz.

El abandono de la vida nómada

Como nómadas, al principio emigraban constantemente sin establecerse en una ubicación fija. Factores como la riqueza natural de las tierras, abundancia de aguas y materiales para fabricar herramientas hacen que esta costumbre migracional quede atrás y se establezcan.

Es la permanencia de los grupos poblacionales en un solo lugar, construyendo viviendas con materiales rudimentarios, la que acarrea consigo la consecuencia natural de cuidar el entorno inmediato que les rodea, observarlo y aprovecharlo.

De esta forma, la tierra que se ubicara alrededor de sus viviendas fue utilizada para la agricultura ya casi al final del período.

De inmediato se evidencia el inicio del Neolítico, caracterizado por la elaboración de las primeras piezas cerámicas, recursos como plantaciones y la permanencia duradera de las poblaciones en un solo lugar. Como consecuencia inmediata aparecen los primeros indicios de estructuras y construcciones, al igual que interacciones sociales más complejas.



PERIODO PRECLASICO

Período Preclásico: 2000 a.C. – 250 d.C.

El surgimiento de la civilización maya se remonta a cinco siglos antes de Cristo. En cambio, las clasificaciones tradicionales consideran que la historia maya propiamente dicha comenzó mucho después, en el 292 d.C., cuando aparecen definitivamente las estelas conmemorativas con figuras reales, y fechas que los científicos denominan de “serie inicial”.
Algunos arqueólogos e historiadores recientes prefieren denominar al Período Preclásico como “Clásico Predinástico”, por detectar anticipadamente una serie de elementos que consideran característicos de la sociedad maya.
Durante este período, coincidente con el esplendor de la cultura olmeca que influenció a los mayas, se realizaron las primeras construcciones de piedra, las terrazas, y las pirámides en Uaxactún y Yucatán.
Las nuevas ciudades fueron una respuesta al crecimiento demográfico sostenido, y al flujo de migraciones permanente en toda Mesoamérica. En ese contexto se fundaron Cuello, en Belice, y Tikal, al norte del lago Petén Itzá.
Simbólicamente, los edificios imponentes cumplían con los objetivos de la nobleza: fortalecían la devoción hacia los grupos dirigientes, facilitaban la integración y la obediencia de nuevas y diferentes poblaciones. Todo ello se desarrollaba en el marco de procesos de creciente concentración del poder y la riqueza.
Aparecieron formas de desigualdad y división en castas y clases sociales. La nobleza de las grandes ciudades desplegó un control territorial extenso acompañado del cobro de tributos.
Al igual que otras culturas mesoamericanas como Teotihuacán, o las pirámides de Egipto, las edificaciones gigantescas, generalmente las más antiguas, sirvieron entre los mayas para estrechar los lazos sociales entre las grandes concentraciones de población y los gobernantes, en un período signado por cambios políticos y económicos acelerados, y por la consolidación de grandes territorios.
Las construcciones realzaban la importancia de las ciudades como nuevas entidades políticas, y reforzaban la aceptación del poder de los gobernantes, contribuyendo a la formación de nuevas identidades étnicas y grupales.
Los hallazgos arqueológicos de piezas de cerámica y obsidiana permiten afirmar que las distintas ciudades comerciaban entre sí, desarrollaban mercados, y tenían activos intercambios. Paulatinamente, se desarrollaron los primeros conflictos por la hegemonía comercial y el control de las rutas de la región.



Período Preclásico de influencia


Olmeca a Teotihuacana

 

El segundo período histórico maya (Preclásico) muestra una consistencia social aún mayor, asímismo la participación e interacción con otras culturas quienes influenciaran sus conocimientos sobre ciencia, religión, cultura y construcción.
Se reconoce al Período Preclásico como de influencia Olmeca a Teotihuacana (2000 a.C. - 250 d.C.)

Al finalizar la época Arcaica, las poblaciones ya establecidas en territorios más o menos definidos dan a su historia el tinte de primeras sociedades que empiezan a interactuar entre sí.

Las evidencias arqueológicas que se encuentran en sus antiguos asentamientos indican que comienzan a abandonar la vida de cazadores-recolectores.

El Período Preclásico se divide en sub etapas o sub períodos de acuerdo a lo completo y complejo de los cambios acaecidos en su historia.

Preclásico Temprano (2000 - 1000 a.C.)

Estando esta época en el margen final del Período Arcaico, las viviendas mantenían la común base rudimentaria de madera y paja.

Es irónico y sorpresivo que poblaciones indígenas en el presente (época moderna) cuenten con el un suelo de tierra pura en sus viviendas, cuando en los orígenes del Preclásico Temprano se encuenran evidencias de cómo preparaban el suelo de sus casas con mortero de cal.

De esta manera contaban con superficies más impermeables y adecuadas.

La estructura de las construcciones se limitaba casi exclusivamente a viviendas, realizando las demás tareas fuera de dicho techo.

Se presume que el núcleo familiar era liderado por la persona más anciana, cosa que no sorprende debido a los conocimientos que los mayores albergaban, sin embargo la organización social no evidencia aún una estructura jerárquica tan bien definida como en los siguientes períodos.

Preclásico Medio (1000-350 a.C.)

La diferencia en la estructura social es evidente en contraste con las épocas anteriores.

Un comercio más desarrollado y primera organización social de manera global comienza a aparecer.

Como punto importante encontramos evidencias de la primera lengua y escritura maya en este período, que a su vez se constituye como uno de los sistemas más antiguos de Mesoamérica, y es obvia la importancia crucial que juega la escritura y el lenguaje en el desarrollo de cualquier grupo social.

La mayor influencia social y religiosa la recibieron de los Olmecas, y se presume que los conceptos de medición del tiempo nacen de tales influencias. Dicho sea, el calendario maya permanece hasta ahora como un avance admirable y sorprendente por su exactitud al ser un excelente sistema de tiempo dividido en años y meses con diferencias comparativas al sistema actual de tan solo segundos.

Período Preclásico Tardío (350 a.C - 250 d.C.)

Como la historia evidencia alrededor de todo el mundo y en distintas épocas, el crecimiento del comercio hace que las poblaciones no solo se establezcan, sino que se expandan alrededor de sus territorios, provocando como consecuencia el encuentro con culturas vecinas.

Al final del Preclásico Medio, la cultura Olmeca no fue la única que influenció a la Maya, también, en este período Tardío, los Teotihuacanes, población asentada en México, hicieron evidentes cambios importantes.

La influencia de Teotihuacán se hace ver no sólo en lo ideológico y cultural, sino en especial, en el arte, que es como bien citan expertos en historia y arquitectura, un termómetro de los cambios importantes de toda cultura.

Los instrumentos de guerra y su ornamentación se hizo ver con claridad.

Teotihuacán, ya establecida y con notorios avances que se evidencian comparativamente con los mayas, se convierte entonces como fuente de inspiración y ente aspiracional, de quienes se tomaran distintas costumbres como ceremonias efectuadas durante las siembras.

Las ciudades viven desarrollos distintos en años diferentes, no como un todo unido. Se evidencia que Kaminaljuyú alcanza su mayor desarrollo alrededor del 400 a.C. y 100 d.C. mientras El Mirador, alcanza su apogeo aproximadamente en el 300 a.C. al 250 d.C.

Ornamentación

La ornamentación arquitectónica con íconos divinos y ostentosos es parte de la huella tangible mencionable de este período.

El característico suelo de Petén, con abundancia de roca caliza, facilita la construcción de edificaciones que reflejaban el poderío e importancia de la ciudad en cuestión. Tikal se destaca a lo largo de la historia, al igual que El Mirador por lo inmenso de sus construcciones.

Cada gobierno reflejaba en su ciudad el poderío que poseía, por ello construían sobre el templo anterior, encima, capa tras capa. De esta manera formaban enormes pirámides con un tejado en su parte superior.

Dichas pirámides eran también utilizadas como lugares clave para enterrar a sus gobernantes, quienes en el pasado proclamaban su poder desde lo alto de las pirámides. Alrededor de las mismas, en orden de cercanía proporcional a la importancia social, se distribuía la sociedad maya.

Casi en su totalidad, las pirámides carecían de cámaras interiores, a excepción de algunas pocas como el Templo de las Inscripciones en Palenque, que contiene una magnífica cripta a la que se llega por medio de una escalinata descendente.

Entre las estructuras que destacan se encuentra también El Mirador, en Petén, que se proclama al momento como la construcción de mayor tamaño, alcanzando 18 plantas de altura.

Entre los sitios más importantes en esta etapa se puede mencionar a Uaxactún y Tikal en el norte de Petén.

En lo que hoy es la ciudad de Guatemala, floreció Kaminal Juyú, Abaj Takalik en la parte sur de Guatemala, propiamente en el departamento de Retalhuleu.

Abaj Takalik, conocido con mas propiedad como Takalik Abaj, presenta los "barrigoncitos", que corresponden a enormes rocas esculpidas con rostros. Estas se reconocen como esculturas propias del Preclásico Tardío; alrededor de las plazas se puede apreciar también el mismo tipo de esculturas con forma de animales, como motivos zoomórficos. 
 




PERIODO CLASICO


Período Clásico o Dinástico: 250 – 900

El inicio del Período Clásico coincidió con el declive de las ciudades mayas de la zona central de El Petén, la llanura costera, y las Tierras Altas. Algunos especialistas consideran que la erupción del Iiopango produjo una catástrofe que habría arruinado el comercio y la hegemonía política de las ciudades de esa región.
A fines del siglo III se destacaron los centros urbanos del norte, Calakmul, Palenque y Tikal. No fue ajeno al proceso de cambios el inicio de la expansión hacia el sudeste de Teotihuacán, cuyos señores impusieron un nuevo control de las redes comerciales en Mesoamérica.
La colaboración entre los científicos provenientes de las ciencias naturales, y los científicos provenientes de las ciencias sociales, ha permitido establecer que la rápida expansión demográfica de los mayas entre el año 550 y el 750 se asoció con un período climáticamente favorable.
Durante el siglo VII cobró forma la organización política característica de los mayas. En el siglo IX, el crecimiento demográfico de los mayas norteños experimentó un nuevo salto. La economía en aumento de sus ciudades, y el grado de estabilidad política alcanzado por los reyes y los príncipes, se tradujo en el plano cultural, y en un despliegue mayor de las construcciones urbanas. El apogeo de las ciudades-estado perduraría hasta el siglo siguiente.
Gracias a la investigación de las estelas los científicos han establecido tres fases distintas en la historia del Período Clásico o Dinástico:
292 - 633: Durante esta fase ya se habían construido una serie de ciudades mayas muy importantes. La fase se identifica con el estilo de cerámica característico, denominado “Tzakol”.
634-730: Se extendió durante menos de cien años. Los arqueólogos también asocian la fase con el estilo cerámico predominante en la época, llamado “Tepeu”.
731-987: Evidenció el apogeo de los grandes centros urbanos de Palenque, Yaxchilán y Piedras Negras. Durante esta fase se produjo el máximo brillo cultural de los mayas.
No se conocen en detalle los procesos sociales y los acontecimientos históricos que provocaron el opacamiento de los mayas del Período Clásico.
Los estudios realizados en los últimos años por los especialistas en climas de la antigüedad (paleoambiente), han revelado que una serie de terribles y prolongadas sequías terminaron con el período de bonanza climática. Combinada con factores políticos y sociales, esa situación habría contribuido al colapso de los mayas del Período Clásico, provocando uno de los mayores desastres demográficos de la historia de la humanidad.
Las Tierras Bajas del sur, y el centro de la península de Yucatán, fueron muy afectados por el desastre natural y social, impulsando el abandono de las grandes urbes, muy densamente pobladas.
La información proveniente de las estelas mayas refuerza esta hipótesis, agravada por el agotamiento del suelo por la quema de la maleza, un método agrícola que habría vuelto improductiva la tierra.
La expansión demográfica de los siglos anteriores habría superado el límite de tolerancia de los recursos naturales, en las nuevas condiciones climáticas, y con esas técnicas de explotación y organización social de la producción.



3. Período Clásico Maya

Aunque las ciudades mayas no crecieron paralelamente, se reconoce ésta época como la de mayor crecimiento de la cultura maya, presentando una fuerza social y militar en ciudades importantes, principalmente en las áreas norte del Petén (Guatemala) y los territorios cercanos en México.
Se reconoce como la cúspide del desarrollo de la civilización maya, entre 250-900 d.C.

Durante esta etapa ciudades como Tikal y Uaxactún se convierten en células fuertes y destacadas luego del abandono de ciudades anteriores, pertenecientes al período preclásico.

Los registros muestran el uso del cero, que revela un gran avance en las matemáticas. Ahora es un concepto fácil de adoptar, pero históricamente alrededor del mundo, retaba la mente del ser humano que el mismo elemento que elevaba el valor numérico no tenía valor por sí mismo.

Aparte de crear un sistema numérico vigesimal también realizaron mediciones de los ciclos solares, de la luna y de planetas. Su observación constante del cielo, combinada con su exacta medición del tiempo les permitió descubrir eventos cíclicos repetitivos, por lo cual predecian eclipses lunares y solares con gran precisión.


Construcción y escritura maya

En sus construcciones comenzó a aparecer la bóveda maya y calzadas, tumbas y decoraciones finas.

Una vez más, tal como se manifestara en el final del preclásico, la escritura jugó un papel de gran importancia.

Utilizaron cortezas de troncos de árbol para registrar eventos de forma escrita, sin embargo, lo sensible del mismo material al paso del tiempo hace que sean escasos los ejemplares que relatan historia y eventos importantes. Es por ello que las estelas de roca, tan conocidas y características de los mayas, marcan un punto clave para el registro de eventos. Si bien gran parte se dañó por elementos ambientales, la conquista española y la evangelización llevaron a cabo la quema masiva de documentos.

Los historiadores y arqueólogos se valen de estelas para decifrar los jeroglíficos y escudriñar los sucesos. Son, particularmente reconocidas y famosas las estelas mayas encontradas en Tikal, en Petén y en especial, las de Quiriguá en Izabal.

Tikal se reconoce como una ciudad de gran importancia alrededor del 250 d.C. Habiendo sido ya abandonado el enorme complejo del "Mirador" un siglo antes. Se evidencia que una grave sequía aceleró su caída.

Sobresalen en esta época centros políticos como Uaxactún, Río Azul, Holmul y Naranjo.

Aunque la proximidad de Uaxactún a Tikal sugiere a primera vista ser ciudades vecinas, o una, extensión de la otra, vestigios históricos revelan rivalidad y la lucha de poder.

Ciudades con calzadas

Desde las edificaciones, caminos llamados sacbé formados por roca unían a los grupos sociales asentados en los alrededores o bien, a los edificios entre sí.

Período de sacrificios con afán religioso

En este período se marca la vivencia de "sacrificios". Los jefes que como se menciona implicaban un papel también religioso, realizaban sacrificios de su sangre en las ceremonias donde era frecuente que perforaran su lengua, las orejas y hasta el pene. Dichos jefes también lideraban a su ejército en los enfrentamientos, en muchos de los cuales perecían.

Los derramamientos de sangre, por ende, tenían un sentido religioso, lo cual más tarde, en el tiempo de la conquista, hiciera que *algunos* descendientes de los mayas comprendieran fácilmente el derramamiento de sangre de Jesucristo en la creencia cristiana como un hecho importante, sagrado y de repercusiones importantes.

Período Clásico Temprano y Medio (250 - 700 d.C.)

El "poder", factor crítico en cualquier civilización o grupo social se hace sentir en este período de manera clara e innegable.

En esta etapa se establecen las monarquías dinásticas que heredan el poder en línea vertical a los descendientes. Si bien, los dirigentes sociales de cualquier civilización comienzan por ser "naturales", sea por elección o por consecuencia, aquí la imposición comienza a evidenciarse.

Los títulos de jefes comienzan a mezclarse con la idea de interacción religiosa, divina... con los dioses. Esto resulta en que los mismos sean proclamados "kuhul ajaw" o "señores sagrados" teniendo más repercusión política y social más que religiosa.

De esta manera, el control ejercido sobre el grupo social se extiende, ya que se autoproclaman como seres que comunican la voluntad de los dioses al resto de la población facilitando la imposición.

Son muchas las especulaciones sobre la ruina de los mayas. Una de ellas implica al "poder", pues el desarrollo fortaleció a ciudades que se desligaron de una u otra manera del resto de la población maya, y por ende, creara conflicto social y económico. La historia misma confirma que el crecimiento social que se traduce en división marca una gran tendencia de debilitamiento de la cultura misma.

Esto marcaría una pauta en la pérdida de fuerza de la civilización maya, pues ciudades divididas, conflictos de poder y económicos se traducen fácilmente en guerras que terminan con las ciudades y estructuras sociales de los grupos en cuestión.

El 562 durante esta etapa marca un punto importante cuando la Ciudad de Tikal es derrotada por sus enemigos perpetuos de Calakmul ahora en alianza con Caracol, ciudad ubicada en lo que hoy es Belice.

Período Clásico Tardío (600 - 900 d.C.)

Más tarde el Rey Luna Doble Peine (Ah Cacau) toma el trono de Tikal y el desarrollo continúa de tal manera que luego, en el 695, tomal la ciudad de Calakmul.

Ah Cacau, o Señor Chocolate, se distinguió por su clara inclinación militar. Gobernó del 682 al 734.

Historiadores reconocen como este período, el Clásico Tardío, como de mayor desarrollo intelectual, también como el de mayor densidad poblacional, lo cual solo antecedería el principio del fin.

Dinastías poderosas del pasado comienzan a colapsar, sin embargo esta caída no fue general en todo el territorio poblado por los mayas. Cada ciudad lo vivió con relativa diferencia.

Varias son las ciudades que dejaron de erigir estelas históricas, lo cual acentúa la idea de crisis social y ausencia de poder centralizado pues de por sí, este tipo de estructuras emblemáticas y de "consagración" de hechos históricos requería el trabajo de grandes grupos.

Esta etapa constituye un período intrigante para los arqueólogos, que no logran concenso en cuanto a las causas del deterioro de la civilización.

Chichén Itzá en el norte comenzaba su apogeo, lo cual desafía la idea de una caída simultánea, sin embargo, casi con efecto dominó, caen ciuades de Petén, le siguen en Belice, Izabal y Honduras. Las poblaciones mayas que ocuparon lo que ahora es México no son la excepción.

Casi todo Petén fue abandonado. Las teorías de la caída del imperio maya giran alrededor de la sobrepoblación y el agotamiento de la tierra por explotación. Otras hipótesis han tomado fuerza indicando que acontecieron tres fuertes sequías sucesivas entre el 810, 860 y 910 correspondientemente. Estudios realizados en los estratos de los suelos apoyan esta moción.

Sin embargo, varias poblaciones permanecieron como descendientes de los mayas.

Mayas en sí, aunque ya no con las fuertes características de conocimiento astronómico o matemático sino con algunas familias élite descendientes de personajes, y la gran mayoría dispersa y con enemistades entre asentamientos sobrevivientes.

PERIODO POSTCLASICO

Período Postclásico: 900 – 1541

Las ciudades del período anterior se habían localizado de manera descentralizada en el sur de México, Guatemala y Honduras. Desde fines del siglo X, las principales urbanizaciones del Postclásico pasaron a concentrarse en la mitad norte de la península de Yucatán.
Los putunes, grupos mayas de lengua chontal, se trasladaron desde el golfo de México (Campeche y Tabasco) para establecerse en la región central de El Petén. Los putunes serían los constructores de los templos circulares, y de las canchas en forma de hache para el juego de pelota.
Se agudizó el proceso de militarización de la sociedad maya, a causa de las guerras permanentes entre las diferentes ciudades y los putunes, quienes habían estado bajo la influencia de los toltecas del Valle Central de México. Impusieron en la región el culto a Quetzalcoatl, rebautizado Kukulkán en lengua maya.
Hacia el año 978, el grupo de los itzá abandonó la costa sudoeste para instalarse en Chichén, en un lugar de Yucatán que ya había sido ocupado durante el Período Clásico. En ese nuevo territorio fundaron una nueva dinastía.
Por su parte, los toltecas se establecieron en Mayapán, imponiendo un nuevo control de las rutas comerciales. Un jefe de la familia Xiu, posiblemente proveniente de México, fundó Uxmal.
Las tres ciudades, Chichén Itzá, Mayapán y Uxmal formaron la Liga de Mayapán, la cual rigió el mundo maya durante más de dos siglos de extraordinario florecimiento de la cultura y el arte, identificado con el aporte de los toltecas, con cuyo estilo se relacionan los monumentos de Chichén Itzá.
La Liga se fracturó en 1194 y las tres ciudades se enfrentaron en una guerra. Medio siglo después, Mayapán derrotó a Chichén Itzá, la destruyó y sometió a su población a la esclavitud, dominando la región durante los próximos doscientos años.
En 1441 los mayas de Chichén Itzá triunfaron en una rebelión que culminó con la muerte de toda la familia real de Mayapán, dando paso al derrumbe de las monarquías divinas, y a un período de anarquía y fragmentación en pequeños señoríos.
Medio siglo después, al momento de la llegada de los españoles, la espléndida cultura maya había dado lugar a la desorganización social y al olvido de las grandes tradiciones.
Los reyes y las grandes instituciones de la sociedad maya habían desaparecido antes de la llegada de los españoles, facilitando la tarea de los conquistadores, quienes lograron el control de la casi totalidad de la península de Yucatán hacia 1541, aunque algunos grupos como los itzá prolongaron su resistencia durante casi dos siglos.

4. Período Post Clásico Maya

La guerra constante, enfrentamientos entre ciudades y dificultades económicas entre algunos de los factores, mermaron el poder y consistencia de la civilización maya, misma que pagó un precio alto por su debilitamiento social en un momento crucial, cuando llegan los españoles en 1524 a conquistar el territorio que habitaran.
En esta etapa del 900-1524 d.C. acaece el colapso de sus ciudades y finalmente el decaimiento de la civilización que anteriormente floreciera en el territorio. El fin de este período se marca con el inicio de la conquista española que terminara de someter a los descendientes de los mayas.

Durante el Post Clásico la mayoría de las poblaciones residía en los territorios norte y sur. Tikal se había consagrado como una ciudad de gran importancia para los mayas sobreviviendo a las crisis del colapso Pre Clásico y brillando durante el Clásico, aunque en realidad se le reconoce más como un centro ceremonial y político.

Dos Pilas aparece en escena con un protagonismo que cambiara el rumbo de la historia del Petexbatún, en las cercanías de lo que hoy es Sayaxché, en Guatemala.

Ligada originalmente a Tikal, sufre un revés trascendental cuando Calakmul, ciudad ubicada a cuarenta kilómetros al norte de Tikal, invade Dos Pilas y Balaj Chan K'awil, rey de dicha ciudad huye hacia Aguateca. Finalmente es derrotado y aliado a sus propios enemigos para atacar y derrotar Tikal.

Este evento que involucra a quienes indican ser dos consanguíneos, jefes de ambas ciudades, termina trágicamente cuando el rey de Tikal es finalmente sacrificado por su propio hermano (relación sugerida).

Con el tiempo, la población que ocupara Petén se trasladó, algunos hacia la península de Yucatán y la mayoría hacia el sur. Los centros poblacionales originales del norte son abandonados. Esta área muestra vestigios de influencia tolteca, en parte por migraciones o invasiones.

Lo anterior queda evidenciado en ciudades como Chichén Itzá que manifiesta decoraciones toltecas que para ése entonces eran desconocidas.

Desde Yucatan, México, un grupo migratorio llega hasta Petén Itzá para establecerse (los itzá) y permanecer en la isla de Flores, en Petén.

Tiempos de dispersión

El grupo migratorio del norte, ahora, en el altiplano de Guatemala forma nuevos antagonismos en los territorios que ocupara, creando estados rivales.

Kumarcaaj fue establecido en las cercanías de lo que hoy es Santa Cruz del Quiché, los mam en Huehuetenango, los pocomam en Mixco Viejo, los cakchiqueles en Tecpán (más exactamente en Iximché) y los zutuhiles en Atitlán.

Estas rivalidades entre pueblos descendientes de los mayas facilitaron la labor de conquista de los españoles, quienes sacaron un gran provecho aliándose temporalmente con unos para combatir a otros.

Muchos de los portentosos edificios antiguos se encontraban abandonados y algunos otros escondidos entre la densa selva, lo cual marca un interesante capítulo de descubrimientos mientra los conquistadores exploraban toda la región.

El fin de esta etapa "postclásica" se reconoce también en 1521 con la caída de los aztecas, derrotados por Hernán Cortés y que luego llevara dos años a los conquistadores llegar a Guatemala. Se refiere al 1524 como la fecha sello del final de los períodos históricos mayas.

La entrada al territorio guatemalteco la realizó Pedro de Alvarado, con medio millar de soldados, iniciando así la etapa de Conquista Española y mestizaje con los descendientes de los mayas sobrevivientes a la fecha.

Pérdida de piezas clave en la historia de los Mayas

Infinidad de vestigios se conservaban intactos, abandonados misteriosamente en la selva y prestos a explicar la enigmática historia de los mayas durante el postclásico y el inicio de la conquista española, pero la polarización religiosa que provenía de españa y de sus cristianizadores originó la quema y destrucción de piezas fundamentales como los escritos mayas, dejando para siempre un vacío irremediable.

Crónicas de los mismos evangelizadores dan cuenta de cómo tales profanaciones de materiales sagrados se llevaron a cabo provocando el duro pesar de los descendientes mayas, obligados a no enseñar lo que conservaban en gran valor, como algunos pocos conocedores del significado de glifos mayas (descendencia élite).


Las hipótesis de la debacle

Antes que a la conquista española, el ocaso de la civilización maya se habría relacionado con sus propios conflictos internos. Al momento de la llegada de los europeos en el siglo XVI, las ciudades mayas ya habían abandonado su período de esplendor y grandeza.
La erosión del suelo y la degradación ecológica, el descenso demográfico, y la fragmentación del poder de los reyes del Período Clásico figuran entre la combinación de causas que los especialistas eligen para explicar las repetidas situaciones de crisis que atravesaron las grandes urbanizaciones de esta cultura.
A través del estudio de los anillos de los árboles, los especialistas en climas de la antigüedad pudieron determinar que durante el siglo XVI el territorio fue castigado por nuevas y severas sequías. Los mayas eran sumamente dependientes del régimen de lluvias para la práctica de su actividad agrícola.
El desarrollo de estrategias sofisticadas para la acumulación de agua, y la distribución por canales que explotaban las diferencias de la topografía, no fueron suficientes para evitar el desastre, el cual se combinó con la secuencia de pestes terribles que azotaron a Mesoamérica a partir de la conquista.
El Hantavirus trasmitido por los roedores, y el “cocoliztli” o tifus, una especie de fiebre hemorrágica, causaron estragos entre 1545 y 1576 en la población indígena. Los infectados morían en el lapso de tres a cuatro días.
Si las causas naturales fueron importantes, las causas políticas y sociales fueron la clave. La conquista española multiplicó la catástrofe, la humillación, el sentimiento de derrota, y la destrucción del mundo material y simbólico de los mayas y sus descendientes.
Pese a la debacle del siglo XVI, en la actualidad hay importantísimas poblaciones indígenas, herederas de las tradiciones, que mantienen viva la cultura, la lengua, y el pensamiento de los mayas.


Cuando los dioses no escuchan

Las crónicas anónimas del Chilam Balam incluyen la descripción y la explicación maya de las causas de la conquista y la derrota. Según ellos, todo habría sucedido porque perdieron la capacidad de comunicarse con los dioses. Una vez más, la suerte de los hombres se libraba en una dimensión cósmica, de la cual habían perdido todo el control.
Si los mayas y los otros pueblos americanos sabían perfectamente a qué debían atenerse con sus aliados y enemigos tradicionales, la identidad y el comportamiento de los europeos les eran completamente desconocidos.
Los sofisticados sistemas de información que poseían estas sociedades fracasaron por completo ante el desconcierto. Ello aceleró la derrota ante los invasores que estaban en inferioridad numérica. Aunque los presagios fueron inventados posteriormente, la llegada de los españoles estuvo precedida de señales que anunciaban su victoria. Las profecías tuvieron un efecto paralizador y disminuyeron la capacidad de resistencia ante los invasores.
Las grandes civilizaciones originarias del continente americano tuvieron interpretaciones diferentes acerca del carácter divino de los conquistadores. Los incas no lo dudaron, se trataba de dioses. Los aztecas lo creyeron al principio. Ante la pregunta, los mayas respondieron negativamente, considerando a los españoles como meros “extranjeros”, “barbudos”, o a lo sumo “poderosos”, pero nunca dioses. Tzvetan Todorov agrega que los llamaban “comedores de anonas”, el fruto de un árbol que ellos no acostumbraban a consumir.
Los Anales de los Cakchichiqueles muestran las dudas iniciales de algunos grupos mayas de Guatemala, rápidamente dejadas de lado. Conforme a Todorov, los españoles fueron vistos en lo fundamental como seres humanos.
Los mayas fueron la única de las tres civilizaciones que había padecido una invasión previa. Las crónicas circulares de los mayas, quienes veían todo hecho como una repetición de otro anterior, se limitaron a reemplazar la mención de los ataques toltecas por los españoles.




MODO DE VIDA Y ORGANIZACION SOCIAL



La Agricultura
Obligados a enfrentar un entorno hostil, y la gran variabilidad climática que los sometía a frecuentes sequías, los mayas desarrollaron estrategias muy sofisticadas, y grandes obras de ingeniería para acumular agua, distribuyéndola a través de canales que aprovechaban las diferencias de la topografía.
Para disminuir los efectos de la sequía que se prolongaba durante ocho meses, los mayas elegían la proximidad de lagos naturales o cenotes para instalarse, como en Chichén Itzá.
Además del maíz cultivaban algodón, frijoles, calabazas, tubérculos y una especie de pita, apta para destilar pulque y extraer fibras textiles. El cacao es un producto originario de la región maya de Tabasco.
Desbrozaban los terrenos a través de la quema de las plantas silvestres, y luego sembraban con la ayuda de un palo puntiagudo que hacía las veces de azada o instrumento de arado. Este sistema produce agotamiento del suelo, de no utilizar fertilizantes. La parcela desmalezada y quemada necesita de seis a diez años para su recuperación.
Sin ser esclavos, los campesinos eran considerados “gente inferior” y rendían vasallaje a los señores de la nobleza. Al igual que cada casta contaban con sus propias deidades familiares, relacionadas con la actividad que desarrollaban. En su caso rendían culto a un dios de la agricultura.


La Sociedad de Castas y Linajes
La sociedad maya se organizaba en clanes familiares cerrados. Cada clan estaba integrado por linajes de distinta jerarquía, según la distancia que los separaba del ancestro fundador, muchas veces impuesto a través de la violencia de ciertos grupos sobre otros.
El término ninja, o “casa grande”, designaba a los patrilinajes agrupados en torno a un gran señor. Servía para denominar al edificio principal donde residían los líderes de los clanes.
Los parientes directos del primogénito del fundador del clan ocupaban el lugar más alto en la pirámide social.
Los reyes divinos ocupaban la cúspide de la sociedad de castas, seguidos por los sacerdotes emparentados con ellos, los guerreros, los artesanos, los comerciantes, y los campesinos.
Al finalizar el Período Clásico, la sociedad se hizo cada vez más estratificada, y a diferencia del norte mexicano, las relaciones de parentesco se limitaron al interior de cada casta.
En 1566, el obispo de Mérida Fray Diego de Landa, describió la organización social maya en su Relación de las cosas de Yucatán.
Los almehenoobs se ubicaban en la cúspide. Su casta era integrada por la nobleza hereditaria que controlaba los principales cargos administrativos y militares. De cualquier forma, para acceder a los puestos tenían que ganárselos, mostrando méritos y aptitudes a través de un examen consistente en descifrar enigmas e interpretar expresiones figuradas denominadas “lenguaje de Zuyúa”.
Los candidatos que fracasaban tenían que estar dispuestos a morir. Para aspirar al poder había que saber interpretar palabras y escrituras. Como reza el libro del Chilam Balam, “Los jefes de aldea son apresados por la noche porque no han sabido comprender. ...Por eso son ahorcados y por eso les cortan las puntas de las lenguas y por eso les arrancan los ojos”.
Si el aspirante era elegido, era tatuado con pictogramas en la garganta, el pie, y la mano.
Al interior de los almehenoobs surgía el Halach uinic, “el verdadero hombre”, un intermediario entre los parientes superiores –considerados divinos–, y los parientes de los linajes inferiores.
El Halach uinic gobernaba con la ayuda de sus parientes directos, y su cargo era hereditario para asegurar la continuidad y la hegemonía de los linajes principales.
Los miembros de la nobleza, y parientes de segunda línea de los reyes, cumplían distintas funciones. Los bataboob se dedicaban a la percepción de tributos, la administración de justicia, el oficio de escribas, y oficiaban como sacerdotes.
Peldaños más abajo, siempre al interior de las clases superiores, una diversidad de funcionarios cumplía con distintas funciones. Los ah cuch caboob controlaban el trabajo de los campesinos y las castas inferiores. Los ah holpop eran delegados político-religiosos responsables de organizar las ceremonias y la custodia de los instrumentos musicales. Los tupiles eran oficiales reales y jefes administrativos. Tenían a su cargo imponer el orden al interior de las ciudades.
Tocados cefálicos compuestos de plumajes multicolores, joyas y máscaras de jade, tejidos suntuosos, formaban parte de los atributos para reforzar el poder de la en las ceremonias multitudinarias que saturaban el calendario sagrado.


El papel de las mujeres
Tal como lo concebían los mayas, el papel de las mujeres se limitaba a la reproducción. Las jóvenes de los linajes de élite eran intercambiadas por muchachas de otras ciudades, generando redes de parentesco que vinculaban a todas las regiones del mundo maya, y exceptuaban de la obligación de casarse con mujeres u hombres del mismo linaje.
Excepcionalmente, ciudades como Palenque y Tikal admitieron que las mujeres de la nobleza ocupasen roles gobernantes, en caso de interrumpirse la línea de descendencia masculina.
Las normas morales eran sumamente rígidas. Prohibían el adulterio, y las mujeres que las transgredían eran muertas por lapidación. Como excepción, se aceptaba la poligamia. Se aceptaba el divorcio, y en el caso de insatisfacción se podía devolver a la novia durante el primer año de matrimonio.
El consumo de alcohol, tabaco y estupefacientes, era un privilegio de los hombres de las castas superiores, quienes recurrían a los mismos para facilitar la comunicación con los antepasados y con otras deidades.
La llegada de la pubertad se celebraba con un ritual durante el cual se les quitaba a los adolescentes los adornos simbólicos de la virginidad, una cuenta blanca en la cabeza de los varones, y una concha marina en la cintura entre las mujeres.
Los padres del varón encargaban estudios astrales y predicciones sobre el futuro de la pareja a un adivino, rechazando a la muchacha en el caso de encontrar incompatibilidades en el significado de los nombres. Como en otras culturas, debían pagar una dote y asumir una serie de compromisos acerca del sustento que el varón le brindaría a sus suegros en el futuro.


Los sacerdotes
Las ceremonias religiosas más relevantes eran conducidas por nobles de alto rango, de la familia real, encabezados por el Ahau, el monarca cuya función sacerdotal era inherente al cargo.
La falta de imágenes artísticas de los sacerdotes se explicaría por la reticencia de los mayas para representar escenas de la vida cotidiana. Seguramente, estos hombres poblaban la vida de las ciudades, donde un calendario repleto de celebraciones imponía el despliegue de ceremonias multitudinarias.
Los ahkin o sacerdotes eran los responsables de controlar, preservar y transmitir los conocimientos. Realizaban los cálculos astronómicos, monitoreaban el calendario y el paso de las estaciones. Dominaban el sistema de escritura, la producción y la interpretación de la doctrina, y la organización de rituales y sacrificios.
Sin proponérselo, el cronista español Diego de Landa trazó semejanzas con el cristianismo, al relatar que entre los mayas “el oficio de los sacerdotes era tratar y enseñar sus ciencias y declarar las necesidades y sus remedios, predicar y echar las fiestas, hacer sacrificios y administrar sus sacramentos. El oficio de los chilanes (profetas) era dar al pueblo las respuestas de los demonios y siendo tan admirados que acontecía llevarlos en hombros.



La guerra
Las visiones históricas tradicionales idealizaron los aspectos espirituales y científicos de la sociedad maya, suponiendo erróneamente que no se trataba de un pueblo de guerreros, a diferencia de otras culturas mesoamericanas, sino de una civilización extremadamente pacífica.
En la cúspide de la sociedad, los reyes divinos, y los miembros de la nobleza eran grandes guerreros y estrategas, los “jefes violentadores”, conforme a la expresión de un drama maya del siglo XII.
A través del aparato militar, las castas superiores imponían la dominación de los vasallos, considerados como hombres inferiores, y de los esclavos, quienes estaban ubicados en el escalón más bajo de la pirámide social.
Desde el Período Preclásico, Tikal y Calakmul entre otras ciudades-estado, arrastraron a sus poblaciones a la destrucción.
Durante el Postclásico, la militarización creciente de la ciudad fortaleció el poder de los nacom. Estos señores de la guerra pudieron destronar con mayor facilidad a los príncipes y nobles, aprovechando los graves enfrentamientos motivados por venganzas entre los distintos clanes familiares.
Paralelamente a las iniciativas bélicas, los mayas desarrollaron el arte de la política y la diplomacia. Los enfrentamientos entre las ciudades también supieron de alianzas y acuerdos, selladas a través de embajadores y pomposas visitas a los vecinos.
Los máximos jefes militares afrontaban la conducción de la guerra por tres años con absoluta responsabilidad, respetando las normas que les prohibían tener relaciones sexuales, consumir alcohol, y alimentarse con carne durante dicho período.
Como en cualquier aspecto de la vida maya, la religión y los ritos eran omnipresentes en la realización de la guerra. Las contiendas se iniciaban con grandes desfiles, portando estandartes sagrados al son de los tambores, las flautas y las caracolas. Durante el curso de la batalla los guerreros ejecutaban actos de magia y hechicería para convertirse en águilas y jaguares.
No obstante, el uso de la sorpresa era decisivo para la toma de prisioneros. La pintura corporal, el aspecto del cabello, y los alaridos buscaban infundir terror entre los enemigos. Los combatientes se armaban con corazas acolchadas de algodón, lanzas de pedernal, hachas y mazas. Utilizaban catapultas para arrojar nidos de avispa sobre las posiciones enemigas.



La “gente inferior”
Dentro de cada clan, los linajes más alejados del primogénito del ancestro fundador eran vasallos, y debían tributo y obediencia a los linajes superiores.
El rígido sistema de castas consideraba “gente inferior” a los integrantes de estos linajes. Sus miembros debían residir en territorios fijos que se asociaban con el nombre del linaje.
Por debajo de los artesanos se situaban los campesinos, cuyos linajes residían afuera o en la periferia de las ciudades, a cuyo centro acudían para pagar tributos, trabajar en las construcciones monumentales, y participar de las actividades ceremoniales.
El último peldaño social lo ocupaban los esclavos o ppentac-ob. En su mayoría se trataba de cautivos de guerra provenientes de otras ciudades y pueblos, pero los delincuentes y los parias sin linaje engrosaban los contingentes junto con individuos pertenecientes a la “gente inferior” que habían sido vendidos para realizar tareas serviles.
Con frecuencia eran ofrendados en los ritos de sangre. La Apologética Historia de Indias de fray Bartolomé de las Casas ratifica las imágenes de los murales mayas, afirmando que los esclavos debían llevar un collar para ser distinguidos del resto de la “gente inferior”.



LA RELIGION


El poderío de la naturaleza
La selva imprimió por completo la percepción de la realidad. Los mayas creían que una energía biocósmica atravesaba a las personas, a los animales, a las plantas y a los seres inanimados, imprimiéndoles su razón de ser.
A mayor carga de energía, mayor era la categoría y la importancia de cada ser vivo, cosa, o deidad. Los mayas creían que el descomunal gasto que realizaban los dioses se reponía con la sangre humana de los sacrificios.
La creencia en el poder combustible de la sangre muestra dioses vulnerables. Por el contrario, destacaba el papel de los hombres para mantener el universo.
Los mayas representaban la superficie de la tierra como la espalda del caimán, o como una tortuga marina, que sostenía a la ceiba, un árbol gigante sobre el cual se apoyaba el cielo. Al resguardo de su sombra descansaban los sacerdotes, los guerreros muertos en combate, y las mujeres fallecidas en el parto. El cielo se asociaba con la imagen de la serpiente de dos cabezas, imagen de la dualidad de la vida y la muerte.
Más allá de la tierra y el cielo, los mayas otorgaron la mayor atención al subsuelo o inframundo. Además de ser la morada de los muertos y los dioses, era la fuente de la vida, y del maíz, el componente fundamental de su dieta.
El Xibalbá, o País de los Muertos, era un reflejo del mundo terrenal. Construían las pirámides como representación del interior de la tierra.
Centrada en el subsuelo, la noción maya del Otro Mundo abarcaba una dimensión más compleja, un universo paralelo al de los seres vivientes, el cual incluía el cielo, la superficie terrestre, la profundidad del océano y la espesura de la foresta.
El Otro Mundo era el lugar donde se resguardaban los secretos del cosmos y del transcurso del tiempo, los misterios de la vida y el destino de los seres humanos.



LA COSMOLOGIA Y EL PODER POLITICO
De modo similar a otras sociedades antiguas, la forma en que percibían el universo nos proporciona una radiografía de la estructura de poder, las funciones de los gobernantes, las divisiones territoriales, el ordenamiento de las ciudades, y los aparatos administrativos.
Los reyes tenían carácter divino, y oficiaban como sumos sacerdotes. Fijaban la doctrina y establecían los procedimientos rituales. Los miembros de sus linajes también desempeñaban tareas religiosas.
El rey estaba directamente relacionado con los dioses, era considerado uno de ellos. Cuanto mayor fuese la sacralidad del gobernante y la fastuosidad del culto, la sociedad se sentía más segura e integrada. Conforme a las creencias, los reyes eran potencias generadoras de vida.
Gobernar, para los mayas, significaba administrar correctamente el orden del cosmos, la sociedad y la naturaleza. Ello explica el poder absoluto de los reyes, a partir de la posesión de los secretos del mundo de los muertos.
Los ancestros fundadores de linajes eran asociados con seres sobrenaturales, denominados wayob. Los arqueólogos han identificado imágenes de estos seres en las piezas de cerámica. Para los mayas, los espíritus de los wayob vivían en las construcciones gigantescas de las principales ciudades.
La creencia en los wayob fortalecía el poder y la legitimidad de las dinastías gobernantes, funcionando como un nexo con el mundo de los muertos.



Los Dioses
Los investigadores de la religión maya tienen fuertes polémicas. La información disponible no permite individualizar con precisión a los distintos dioses del Período Clásico, sus orígenes, y sus funciones. La cerámica polícroma relata mitos cosmogónicos, y describe el mundo subterráneo. Las imágenes de los dioses se confunden con las escenas de adoración de los gobernantes.
No obstante, en los templos de Uaxactún y Palenque es posible reconocer representaciones y esculturas del dios Kinich Ahau o Kukulkán, IxChel, Chac, y Kauil.
Se destacaban Itzmaná, inventor de la escritura, señor de los cielos, el día y la noche; Hunab-Ku era irrepresentable e incorpóreo, de él procedían todas las cosas materiales.
Varios de ellos eran antepasados divinizados. El mismo Kukulkán, quien habría encabezado a los toltecas del Valle Central de México que se establecieron en Mayapán a fines del siglo X.
El panteón maya se identificaba con el cosmos y los objetos celestes. Kukulkán o Kinich Ahau habría sido una especie de dios sol, afín al Ra de los egipcios. Su nombre significa: “Dios del rostro del sol”.
La influencia de Teotihuacán fue importantísima, al extremo que muchas de las deidades del norte fueron incorporadas por los mayas. Quetzalcoalt, la “Serpiente Emplumada”, fue asimilado con Kukulkán, reforzando la identidad entre dioses y gobernantes.
Los dioses combinaban formas humanas, animales, vegetales y astrales. El dios Jaguar era el señor de la noche estrellada, reinando sobre el cielo, la tierra y las tinieblas del inframundo.
Las representaciones de Chac, el dios de la lluvia, el rayo, el trueno y el viento, unían la representación de estos fenómenos con los puntos cardinales. Acompañado de ranas que la anunciaban, Chac era una divinidad muy importante para los campesinos, y solía multiplicarse vaciando calabazas para producir la lluvia, mientras arrojaba hachas de piedra.
Ah Mun era el dios del maíz, en batalla permanente con Ah Puch, el dios de la muerte. También se relacionaban con el inframundo Ek Chuah, un dios de la guerra que aparece vestido de negro, divinidad de los comerciantes y del cacao.
El panteón maya era numerosísimo, con divinidades altamente especializadas: Ixtab, diosa de los suicidios que se representaba con una soga al cuello; IxChel, diosa del arco iris, la medicina, la adivinación y la maternidad; Ah Chicum Ek, el dios benevolente de la estrella polar; y Buluc Chabtan, dios guerrero de los sacrificios humanos, entre otros.



Magia, adivinación, y profecías
Para conocer el destino de los difuntos en el Más Allá, sus opiniones, sus pronósticos, y sus anhelos en relación a los vivos, los mayas desarrollaron la técnica de la nigromancia.
Los reyes mayas creían que se comunicaban con sus ancestros al mirarse en la superficie pulida de los espejos mágicos de obsidiana, consumiendo drogas alucinógenas, ingresando en las cuevas o en los templos-montaña.
En la lengua maya, “profecía” y “ley” se escriben con la misma palabra, mostrando la concepción regular y circular que tenían del transcurso del tiempo.
Al igual que los aztecas, los mayas pensaban que las profecías se cumplían. Por lo tanto, todo intento de eludir su suerte estaba destinado al fracaso. Al respecto, el libro sagrado del Chilam Balam reza: “Estas cosas se cumplirán. Nadie podrá detenerlas”.
Aunque seguramente se tratase de un relato de las invasiones toltecas, la tradición considera que Ah Xupan Nauat, un profeta maya del siglo XI, habría anticipado la llegada de los españoles al Yucatán, hecho histórico que aconteció quinientos años después.
Formuladas de manera retrospectiva, los mayas hacían todo lo posible para cumplirlas. El que conocía la profecía era considerado el favorito de los dioses, el amo de la interpretación, el dueño absoluto del poder.
Al constatar esa idea, el filósofo, lingüista e historiador Tzvetan Todorov explicó que la vida social de los mayas se caracterizaba por la absoluta regularidad: “la palabra clave de la sociedad mesoamericana es orden”, escribió Todorov.



LOS RITUALES



Los sacrificios humanos
Los relatos más minuciosos sobre los ritos de sangre maya provienen del Período Postclásico. Entre ellos, la escena de la extracción del corazón de un guerrero para ofrecerlo a los dioses.
Los jóvenes guerreros pertenecientes a las élites enemigas eran las presas más codiciadas. En el caso de capturar a un gobernante, o a un jefe principal, la víctima era reservada para ser decapitada durante una ceremonia especial.
A la inversa, cuanto más alejado fuese el pueblo de un cautivo, geográfica o culturalmente, los mayas lo despreciaban para el sacrificio. Al decir de Todorov, las víctimas preferidas debían ser, simultáneamente, extranjeras y cercanas.
Los métodos de inmolación eran diversos. Durante el Período Clásico se puso en práctica el descuartizamiento, realizado en ocasiones durante el juego de pelota.
El Templo de los Jaguares y de los Guerreros en Chichén Itzá fueron ámbitos privilegiados para la práctica de los sacrificios humanos.
Los cronistas españoles describen el equipamiento de los sacerdotes: resina de copal para utilizar de sahumerio, pintura negra, y cuchillos sacrificiales.
Según el pensamiento maya, los ritos eran imprescindibles para garantizar el funcionamiento del universo, el devenir del tiempo, el paso de las estaciones, el crecimiento del maíz, y la vida de los seres humanos. Los sacrificios eran necesarios para asegurar la existencia de los dioses, reponiendo su consumo periódico de bioenergía.


El juego de pelota
Los putunes y los toltecas habrían sido los difusores de la práctica entre los mayas.
Simbólicamente, la cancha en forma de hache hacía de acceso al inframundo. En el campo de juego los jugadores podían retar a los dioses de las tinieblas, enfrentarse con ellos, y vencer a la muerte.
Aunque la cantidad podía variar, los equipos solían integrarse con siete jugadores cada uno. Las dimensiones de la cancha no eran las mismas en todas las ciudades. La más grande es la de Chichén Itzá, y mide 140 x 35 metros. Dos muros inclinados a cada lado del campo hacen de límite. Los jugadores debían impactar la pelota en alguno de los tres discos de piedra distribuidos en el campo, o en los aros del mismo material suspendidos de las paredes, en forma perpendicular a un aro actual de básquet.
La pelota era de caucho, sumamente pesada y dura. Medía aproximadamente 20 cm. de diámetro. El análisis de la momia de un príncipe maya permitió saber que había fallecido por la rotura del esternón, fruto de un golpe brutal con la pelota. Esta podía ser golpeada con los codos, la cadera y las rodillas. Generalmente, el partido concluía cuando alguno de los equipos marcaba el primer gol.
El capitán del equipo victorioso alcanzaba el honor y la gloria, y podía ser ofrendado a los dioses.



LA ESCRITURA


Los glifos: arte y escritura
De las tres grandes civilizaciones amerindias del momento de la conquista, los mayas desarrollaron el sistema de comunicación por signos más sofisticado. Los incas no tuvieron escritura, practicando un sistema contable y de memorización por nudos denominado quipus. Los aztecas dibujaban pictogramas de menor abstracción que los mayas. En cambio estos últimos practicaron los rudimentos de una escritura fonética. La escritura maya tiene afinidad con el sistema desarrollado por los zapotecas.
Los glifos componían un complejo sistema de escritura y lenguaje gráfico, integrado por más de setecientos signos, especiales para representar cualquier clase de pensamiento. Seguían un diseño altamente elaborado, y debían ser realizados con exactitud, a partir del dibujo de un recuadro con los bordes redondeados, con elementos enclavados en el interior, acompañados por una serie de signos ubicados en el exterior.
Atribuían poderes mágicos a sus dibujos y pictografías. Realizarlos era un modo de comprender el cosmos y la esencia de los seres vivos, inanimados, e imaginarios.
Escribieron sobre distintos soportes: piedra para los relatos dinásticos, papel para las profecías, la astronomía y el calendario. Usaron conchas marinas, cerámica para los relatos mitológicos, jade y madera, metal y hueso.
Cada soporte cumplía una función diferente. En los “libros de corteza” intentaban inscribir el sentido del tiempo. Las estelas y los monumentos servían para que los reyes afirmasen sus relaciones con los ancestros, explicitando la organización social y legitimando su poder a través de la narración de grandes batallas y conquistas. Las “escalinatas jeroglíficas” –como las del templo de Copán– vinculaban el ascenso y la pisada de cada peldaño con el lugar social de determinados difuntos, y con el tratamiento ceremonial que los mortales estaban obligados a otorgarle.
A diferencia de otras civilizaciones, no se han encontrado entre los mayas escritos estrictamente administrativos, ni registros contables.
Los escribas tampoco se dedicaron cuestiones mundanas. Todas las frases que se han logrado traducir refieren a asuntos dinásticos y sagrados.
En su Relación de las cosas de Yucatán Diego de Landa anotó el nombre de los días y los meses.
Como no existía un “alfabeto maya”, dicho cronista pidió a sus informantes una serie de equivalencias con el alfabeto español, pensando que le dirían las “letras”. En cambio, los indígenas proporcionaron la transcripción de palabras de sonido parecido a los nombres de las letras españolas. Por ejemplo, ac o “tortuga” para la letra “a”, o be, “camino, viaje”, para la letra “b”.



Los códices
Los códices se refieren al contexto cósmico de los dioses, permiten establecer calendarios y rituales.
Se destaca el códice de Dresden, denominado así porque se preserva en Sächsische Landesbibliothek de dicha ciudad alemana. Fue adquirido por el director de la “Libreria Real” en 1739. Los bombardeos de los aliados que destruyeron la ciudad el final de la Segunda Guerra Mundial dañaron el original. Los especialistas deben recurrir a las copias realizadas desde el siglo XIX para poder estudiarlo.
Narra la existencia de tres mundos anteriores, cada uno destruido por un diluvio. El primer mundo estaba habitado por enanos o “ajustadores”, responsables de la construcción de las ciudades en ruinas. Los enanos se petrificaron con el primer amanecer. El segundo fue habitado por “transgresores”, y concluyó de la misma manera, al igual que el tercero, poblado por los mayas. La llegada de los españoles llegó en el transcurso del cuarto mundo, el cual también será barrido por otro diluvio desvastador.
Con la ambigüedad típica de los conquistadores que destruyen y abominan lo que admiran, el obispo Diego de Landa cumplió con una extraña tarea: escribió la crónica europea mejor documentada sobre el Mayab, la Relación de las cosas de Yucatán. Simultáneamente, hizo quemar en 1531 los manuscritos indígenas que preservaban la memoria y el esplendor de los siglos anteriores.


El Popol Vuh
Conocido como Las Antiguas Historias del Quiché, es el libro sagrado de los mayas quichés de Guatemala. De autor anónimo, fue escrito a mediados del siglo XVI sobre la piel de un venado.
Constituye un intento de explicar simultáneamente el origen del mundo, la historia de los reyes y los pueblos de la región, y la catástrofe de la conquista española. Significados posibles del título serían “El Libro de la Comunidad”, “Libro del Común”, o “Libro del Consejo”.
En el Popol Vuh, los dioses creadores recurren a la pareja de adivinos formada por Ixpiyacoc e Ixmucané para llevar a cabo la creación, echando la suerte de los humanos quienes serán preparados por sus formadores y progenitores, los mencionados “abuelos” Ixpiyacoc e Ixmucané.
La parte central está destinada a narrar el viaje de Hunahpú e Ixbalanqué al Xibalbá. Estos gemelos se valdrán de la magia para derrotar a las fuerzas que gobiernan el País de los Muertos. En lugar de batallas y armas convencionales, ambos hermanos recurrirán al poder de la palabra sobre los seres invisibles.
Reza uno de sus párrafos trágicos: “Esto lo escribiremos ya dentro de la ley de Dios, en el Cristianismo, lo sacaremos a luz, porque ya no se ve el Popol Vuh, así llamado, donde se veía claramente la venida del otro lado del mar, la narración de nuestra oscuridad, y se veía claramente la vida”.


El Libro de Chilam Balam
“La palabra de los dioses se ha vuelto ininteligible, o bien esos dioses se han callado”, escribió Todorov, quien recoge una pregunta desgarradora que se repite incansablemente y sin respuesta en el libro maya del Chilam Balam: “¿Cuál será el profeta, cuál será el sacerdote que dé el sentido verdadero de la palabra de este libro?”.
Escrito mucho tiempo después de la Conquista, durante el siglo XVIII, las profecías del Chilam Balam eran retrospectivas: “Estas cosas se cumplirán, nadie podrá detenerlas”; “Hay que amar esas palabras como se aman las piedras preciosas, pues nos hablan de la futura introducción del Cristianismo”.
El Chilam Balam de Chumayel narra un mito originario similar al Popol Vuh, donde los dioses del inframundo dominaban y tenían cautivo al universo.
En clave apocalíptica, al igual que otros relatos mesiánicos de la época de la conquista, el Chilam Balam relata la destrucción y el renacimiento de los nueve niveles del inframundo y los trece cielos, el robo de la Gran Serpiente, el desmoronamiento del cielo, y el hundimiento de la tierra.



EL CALENDARIO MAYA


El tiempo es redondo

Gracias a la precisión del calendario, el más perfecto entre los pueblos mesoamericanos, los mayas eran capaces de organizar sus actividades cotidianas, y registrar simultáneamente el paso del tiempo, historizando los acontecimientos políticos y religiosos que consideraban cruciales.
Entre los mayas, un día cualquiera pertenece a una cantidad mayor de ciclos que en el calendario occidental. Al año astronómico de 365 días, denominado Haab, superponían el año sagrado de 260 días, llamado Tzolkin. Este último regía la vida de la “gente inferior”, las ceremonias religiosas, y la organización de las tareas agrícolas.
El año Haab, y el año Tzolkin formaban ciclos, al estilo de nuestras décadas o siglos, pero contados de veinte en veinte, o integrados por cincuenta y dos años.
Establecieron un “día cero”, que según los científicos corresponde al 12 de agosto de 3113 a.C. Se desconoce qué sucedió, aunque probablemente se trate de una fecha mítica.
A partir ese día los ciclos se sucedían. Sin embargo, la repetición dominaba a la linealidad. Podían suceder cosas diferentes al interior de cada período de veinte o cincuenta y dos años, pero cada secuencia era exactamente igual a otra, pasada o futura.
Así lo expresa el Libro del Chilam Balam: “Trece veces veinte años, y después siempre volverá a comenzar”.
La repetición crea problemas para traducir las fechas mayas a nuestro calendario, dado que resulta muy difícil identificar hechos parecidos de secuencias diferentes. La invasión tolteca del siglo X se confunde en las crónicas mayas con la invasión española sucedida quinientos años después.
Por ello, los libros sagrados de los mayas eran simultáneamente textos de historia y de predicción del futuro. En la perspectiva maya, pasado, presente y porvenir son una misma dimensión.
A la inversa, los historiadores contemporáneos recurren a las profecías mayas para conocer episodios del pasado de esta sociedad, en tanto la profecía expresa una forma de la memoria.


LA CIENCIA MAYA


La matemática y la astronomía
El aporte clave de los matemáticos mayas fue la creación del número cero, un concepto abstracto que permaneció ausente durante siglos en otras culturas.
Representaban el cero con una concha marina, usaban puntos o círculos del uno al cuatro, y rayas que valían cinco hasta contar diecinueve.
Su sistema numérico era vigesimal, y no decimal como el actual. Los científicos se preguntan si usarían los dedos de las manos y los pies para contar.
Las técnicas de observación celeste a simple vista que practicaban los sacerdotes mayas son estudiadas por los científicos actuales.
Se apoyaban en un sistema de referencias naturales. Describían las posiciones del Sol, la Luna, Marte, y registraban los eclipses.
Siguieron con detenimiento los movimientos de Venus, planeta al cual le asignaban una gran importancia en la determinación de guerras y sacrificios.
Ciertos edificios obedecieron a cálculos muy precisos. Durante la puesta solar de los equinoccios de primavera y otoño, la “serpiente de luz” sube al Castillo de Chichén Itzá por la escalera de la pirámide. La proyección solar marca siete triángulos de luz invertidos, como resultado de la sombra de las nueve plataformas del edificio. Cada semestre se concentran turistas de todo el mundo para observar el fenómeno.



EL ARTE MAYA


El arte y las creencias religiosas
Parte de las limitaciones de los científicos se deben al carácter fragmentario de los restos arqueológicos, muchos de los cuales provienen del saqueo para fines comerciales. Ello impide conocer el contexto en el cual fueron hallados, dificultando la interpretación de los restos cerámicos.
Generalmente reservada al tratamiento de temáticas relacionadas con el mundo de los muertos, los hallazgos de cerámica son frecuentes en las cámaras funerarias. Los arqueólogos suponen que las escenas son parte de una mitología de las deidades familiares, también representadas con estatuillas sagradas, en el caso de los linajes de la nobleza.
Los pocos murales pintados que se conservan sorprenden por el realismo y la capacidad para trasmitir sentimientos. Es el caso de los frescos de Bonampak, elaborados entre el 600 y el 800 a.C., en la región mexicana de Chiapas. Muestran las ceremonias y los momentos previos a las batallas, su desarrollo, y el sacrificio final de los prisioneros.
Los mayas combinaron originalidad creativa con el perfeccionamiento de los estilos que desarrollaban los pueblos con los cuales entraban en contacto, ya fuesen invasores o vecinos. El arco o la bóveda falsa fue un elemento exclusivo de sus construcciones.
El jade fue un material ritual y mágico más valorado que el oro. Fue la joya favorita. Los reyes mayas lo utilizaban como piezas dentales postizas. Una vez enterrados, las máscaras fúnebres cubrían su rostro, y depositaban en su boca cuentas de jade y maíz para saciar el hambre en el País de los Muertos.


LAS CIUDADES-TEMPLO


Las pirámides-montaña de Tikal y Palenque
Muy vinculados a Teotihuacán, los monarcas de Tikal fueron grandes guerreros. Se enfrentaron con otras ciudades como Uaxactún, Caracol y Calakmul. La influencia de Teotihuacán se advierte en la arquitectura.
Probablemente, Tikal haya sido la ciudad maya más poblada. Tiene los templos más altos y más numerosos. Los arqueólogos han contabilizado más de 3.000 construcciones.
La Plaza de la Gran Pirámide concentraba los eventos. Se destacan el Templo del Gran Jaguar, el Templo del Gran Sacerdote, y el Templo de la Serpiente Bicéfala, la construcción más alta desde la cual hay una vista imponente del conjunto de Tikal.
Palenque controlaba el río Usumacinta, y el sur del Yucatán. Dentro del complejo sobresale el Templo de las Inscripciones, llamado así por los 617 glifos grabados en el interior. Contiene los restos de K’inich Janaab Pakal, rey en cuya memoria fue levantado.
Las piramides-montaña de Tikal y Palenque representaban el universo y servían de medio de comunicación con el Más Allá. Exaltaban el poderío de los gobernantes. Los santuarios se ubicaban en el nivel superior y representaban la creación del mundo, la unión de lo subterráneo con la superficie de la tierra y el cielo.
En el nivel inferior, los mascarones del “Monstruo de la Tierra” señalaban la entrada del inframundo.
Los laberintos graficados en el interior de las grutas naturales, y en los subterráneos de Palenque, mostraban el camino para descender al infierno. El rey pasaba por ese rito antes de ser entronizado. Buscaba en el subsuelo el secreto para asegurar el orden cósmico, y batallar contra el caos.



HALLAZGOS ARQUEOLOGICOS


El Templo del Rosalila
Los principales edificios de Copán se alzan sobre una plataforma artificial que fue elevándose a medida que los monarcas ordenaban la construcción de nuevos edificios. A mediados del siglo VIII, los cuatro edificios más importantes escondían estructuras trescientos años más antiguas.
En 1989, debajo del edificio más alto de Copán, el arqueólogo hondureño Ricardo Agurcia halló el Templo de la Rosalila, construido en el 571 d.C.
A diferencia de la mayoría de los edificios ocultos que se destruían para apoyar uno nuevo, el Templo del Rosalila fue dejado intacto, incluidos los dibujos policromados que decoran sus muros. Los ingenieros y los albañiles mayas que levantaron la nueva edificación tuvieron la precaución de recubrilos con arcilla.
El entierro del antiguo templo fue acompañado por grandes rituales y ofrendas, como los pedernales envueltos en paño azul que fueron hallados cerca de la entrada.
Las excavaciones continuaron hasta 1996. Sobre una superficie de 19 x 13 metros, el Templo tiene 14 metros de altura. Los estucos sólo se descubrieron parcialmente, para evitar destruirlos, y los especialistas reconstruyeron el resto. Predominan el rojo, el verde y el amarillo. El Museo de la Escultura de Copán cuenta con una réplica en escala uno a uno de la totalidad del Templo.
Concebido como una montaña sagrada, el Templo estaba destinado a la adoración de Kinich Yax Kuk Mo, identificado con el Sol.


La Reina Roja
Hallada durante la década de 1990, los arqueólogos protagonizaron arduos debates acerca de la identidad de los restos de la Reina Roja, sepultada en el subsuelo del Templo XIII de Palenque, junto al Templo de la Inscripciones. La enigmática dama fue equipada con una máscara.
Gracias a la interpretación de glifos, arriesgan que pudo tratarse de Hun K’Anleum, la “Señora 1 Telaraña”, una mujer encumbrada del linaje dirigente de Palenque.
Un conducto del Templo, construido en la falda de la montaña, permitiría al espíritu de la Reina abandonar la tumba y regresar a la superficie.
Junto a la escalera principal del Templo, completamente derrumbada, encontraron una puerta que conducía a una serie de pasillos y habitaciones, algunos de ellos clausurados por sus constructores.
Una pequeña perforación les permitió observar un recinto sellado de 3.80 x 2.50 metros. Un féretro de piedra pintado de rojo contenía los restos de la Reina. Junto al sarcófago encontraron el esqueleto de un niño de once años, con deformación craneana de tipo ritual.



LOS MAYAS DEL SIGLO XXI


Indígenas y campesinos
El idioma de los mayas, cuyas raíces tienen tres mil años, y las lenguas derivadas (quiché, cakchiquel, y tztzal entre otros), todavía son hablados por muchos habitantes del sur de México, Guatemala, Honduras y Belice.
Se destacan los habitantes de la selva Lacandona en Chiapas y Guatemala, quienes conservan las tradiciones culturales y resisten la influencia del mundo occidental.
Los hombres cultivan los predios familiares, mantienen las redes comerciales de larga distancia, y las mujeres continúan tejiendo sus trajes típicos con elaborados diseños de brocado, produciendo enseres de barro para el uso doméstico y la venta turística.
Los campesinos mayas todavía rinden culto a sus divinidades, aunque muchos ritos ya no se realizan, o han cambiado. La religiosidad popular incorpora formas mestizas y elementos provenientes del cristianismo. La palabra y la oración cotidiana mantienen su importancia en la comunicación con el mundo sobrenatural.
En el marco de su economía de subsistencia, son respetuosos de la naturaleza y la preservación del medio ambiente y la biodiversidad. Cada tarea agrícola está acompañada de un ritual, ya se trate de la tala de un árbol o la cosecha del maíz. La vida y el trabajo en comunidad siguen siendo valores centrales de los mayas actuales, por encima de la individualidad.
La gran concentración de la propiedad de la tierra, y la acción de los estados modernos ha generado violencia en los países del antiguo Mayab durante diferentes períodos del siglo XX.
Muy activos en la defensa de la tierra y su derecho a la autonomía, una porción importante de los campesinos de la selva Lacandona fueron aglutinados por la guerrilla zapatista a mediados de la década de 1990. Su célebre dirigente, el subcomandante Marcos, acostumbra recurrir a la religiosidad, a los textos sagrados del Popol Vuh, y a la filosofía maya en sus alocuciones públicas.




El turismo y la ruta de los mayas
En el país de los mayas es posible combinar el viaje al pasado, y el conocimiento de la cultura indígena contemporánea, con toda clase de diversiones, placeres, y aventuras en un marco selvático y costero de fauna silvestre y flora exhuberante.
Desde el turista más convencional hasta el más osado ven superadas sus expectativas cuando viajan al sur de México, Guatemala, Honduras o Belice.
La visita a las pirámides es un rito moderno que cumplen miles de turistas al año, asistidos por cadenas fijadas a los peldaños para ayudar en el difícil ascenso y descenso por las empinadas escaleras.
Los espectáculos de luz y sonido nocturnos montados en las ruinas de diversas ciudades proporcionan una visión mágica de los centros ceremoniales.
Pintorescos pueblos coloniales permiten degustar los sabores tradicionales de la gastronomía chiapaneca, servida por mujeres con sus vestidos tradicionales, y regatear en la compra de objetos de cerámica y otras artesanías.
Diversos operadores turísticos ofrecen otras alternativas para aquellos que gozan de un óptimo estado físico: travesías pedestres por las rutas de los mayas, o circuitos en bicicleta que siguen los antiguos desplazamientos desde las Tierras Altas del sur hasta las Tierras Bajas del norte de Mesoamérica. Los aventureros se internan en la selva, ladean montañas, observan la fauna, y disfrutan de maravillas como las cascadas Agua Azul de Palenque.
Cerca de Cancún, el ícono del turismo maya es Tulum. Más sencilla que las grandes urbanizaciones de Tikal o Chichén Itzá, son las preferidas de los visitantes por estar contiguas al mar. Desde las agrestes cabañas se puede observar las ruinas y la playa simultáneamente, mientras se toma una ducha a cielo abierto.
Construida sobre un acantilado, los restos de la antigua fortaleza de Tulum se extienden 6 km a lo largo de la costa. Desde allí o Cancún, se puede nadar con delfines, y bucear en las barreras de coral.
La arqueología subacuática, y el espeleobuceo son otras posibilidades que explotan las numerosas cavernas inundadas, y los cenotes o lagunas de la península de Yucatán.












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